jueves, 29 de diciembre de 2016

Para mi fin de año

Ya se termina otro año. Este en particular fue difícil para mí en lo anímico, en lo personal, en lo familiar, en lo laboral. Cierto que todo inició desde finales del año pasado. Un remolino de dimes y diretes, amagos y situaciones que no favorecieron en lo absoluto ya ya frágil y muy deteriorada situación familiar.
Me reclamaron, me amagaron, me intentaron adoctrinar de que era "mi obligación" de que siendo como ellos quieren sería entonces una buena persona, hermana, hija, esposa, madre y de más...
Dejen decirles, que las cosas no son como creen ni serán como esperan: no hay cuentos de hadas y no hay malos ni buenos en esta historia. Sólo malas decisiones, malos momentos, pésimos consejos y sobre todo, esa ridícula necesidad de poner a competir a los familiares entre sí, de buscar la aceptación del otro en base a caprichos.
Me costó años entender de que quien te quiere, lo hace simplemente porque le haces sentir bien, porque le nace quererte. Quien te exige, quien te pone condiciones, quien te compara con el otro, quien decide qué lugar tienes en su vida en base a qué tanto te humillas, qué tanto dejas que los demás te utilicen, te agredan, qué tanto dejas que te manipule y controle tu vida, tus actos, tus decisiones, no te quiere....
Ese tipo de acciones, sólo me han demostrado una y otra vez un tremendo egoísmo y una incapacidad de darte al otro, de construir en base a la confianza, en descubrir del otro cosas que te ayuden a crecer, a tener ora mirada del mundo, que te ayuden  a pensarte como alguien importante y valioso; no como algo que se utiliza par el beneficio de dos o tres, y cuidadito de renegar o pedir un "gracias".
Quizá no soy la hija, la hermana, la tía, a esposa o la madre perfecta. Y honestamente nunca ha sido mi intención serlo. Eso me quedó claro hace muchos años, primero, porque siempre me dejaron muy claro de que nunca llegaría  a los estándares mínimos establecidos por aquellos que me comparaban todo el tiempo con mis hermanos, con su físico, su intelecto; porque ellos sí hacían lo que se les pedía, ellos sí eran los buenos, yo... yo era una pérdida de tiempo.
Con los años, me dí cuenta de que esa imperfección permanente me había ayudado a buscar más cosas, a no ser conformista, a cuestionar,a ser curiosa con la vida, a seguir maravillándome, a seguir descubriendo miradas, palabras, colores, aromas... Y por lo tanto, era la imperfecta por eso mismo: por cuestionar, por no quedarme con la primer o única explicación; por saber que tenía muchos derechos, y que iba a defenderlos... porque soy imperfecta.
Y ante la amenaza de "ya tendrás tus hijos y pagarás todas la que has hecho", me he dicho una y mil veces: no fui tan mala como me decían, pues mis hijos hasta hoy no me han hecho pagar ni sufrir lo que me predecían con esa seguridad que da ese autoritarismo disfrazado.
Y este año, mi cabeza y mi  corazón han estado desmenuzando cada escena de mi vida, desde mi infancia hasta el día que corre en la actualidad. No fue tarea fácil. Es cansado, agotador, deprimente, pero sobre todo, una tarea muy solitaria.
Entre eso y un ambiente laboral nada deseado, había días en los que no sabía si rendirme o aceptar esas palabras "eres una mala persona, nunca harás algo bueno" y renunciar a todo y dejarme caer.
Y algo pasaba... una llamada, un mensaje, una publicación que me recordaban que no soy perfecta, que nunca he querido ser perfecta, pero sobre todo que nunca me ha importado ser perfecta. Por Dios! si son esas imperfecciones las que me han ayudado a ser lo que soy;  a valorar todo lo que tengo, lo que hago; a agradecer por mi esposo, mis hijos, por cada amigos que llega por cada amigo que se va. Por cada triunfo, por cada fracaso.
Y entonces vienen a decirme de que soy la responsable de no se que tantas cosas y personas, que debo estar ahí aunque me traten mal, pésimo o como puedan. Que lo que soy y lo que tengo debo de ponerlo a sus órdenes, porque para eso me lo dio Dios: para ayudar a mi gente, porque es mi obligación.
Y me vienen a querer dar lecciones de vida y de bondad. Encasillándome en el papel de malvada, de inconsciente, de mal ejemplo y casi de deshonor....
Y se preguntan todavía por qué soy rebelde....
Aviso: no es rebeldía; es sensatez, congruencia, amor propio, dignidad.
Y poco a poco, mi pecho dejó de sentirse oprimido, mi cabeza se sentía más liviana, mi risa más ruidosa y mi mirada más brillante.
De repente, me sentí ligera, tranquila, renovada. Había tirado el lastre que cargaba por años.
Mi padre me enseñó a amar sin medida, pero cuidando mi dignidad. Me enseñó a no odiar, pero seguir siendo cautelosa.  A confiar en el otro, pero no dejar que me utilicen. Pero sobre todo, me enseñó mi propia valía y una y otra vez resaltaba ese "modo poco convencional de vivir y de hacer las cosas, que ante todo pronóstico, me salían más que bien".
"Tu conciencia te guía", me decía, " si no te anda dando lata, si te deja hacer tu vida con tranquilidad, señal de que tu conciencia está bien" y sí. Hasta hoy en este sentido, no me dicho que estoy mal, ni que debo pedir disculpas, o reconsiderar nada. Por más que terceros de una u otra manera insistan en que debo hacer algo para mejorar mi actitud.
Y cada que llega mi cumpleaños, navidad, año nuevo o alguna fecha en especial y me preguntan qué haré, dónde lo pasaré, mi respuesta es simple: estando mis hijos, mi marido, la gente que quiero, la gente que me quiere tal cual soy,  lo de más, es lo de menos.
Cierto que no ha sido fácil, no tener quien me aconseje, quien me enseñara a ser madre, quien me acompañara en momentos claves de mi vida. Es cierto que aprendí a tomar decisiones y aprendí a afrontar las consecuencias de las mismas; me hice más fuerte, mas independiente, más segura de mí.
Hoy sé que eso lo ven mis hijos. Ven a una mujer, a una madre, rara, diferente, medio loca, que rompió esquemas, pero que cada paso que da, lo da con seguridad y convicción. Sé que ven a una madre que les enseñó a quererse sin competir entre ellos, que saben lo valiosos y geniales que son. Que el tiempo con ellos es un enorme tesoro que Dios me ha dado. Si soy tan mala, por qué me dió semejantes ángeles para cuidar?
Hoy sé que Migue me ve con orgullo. Que su confianza no ha sido defraudada en ningún sentido. Sabe lo que he pasado y en él me he refugiado miles de veces, es mi roca, es mi inspiración y ese  motor de ser mejor cada día.
Y a unas horas de cerrar el año, me he dado cuenta de que estoy rodeada de gente valiosa e importante en mi vida: Un marido y unos hijos fuera de serie, son lo mejor de mí.
Tengo unos primos fabulosos, unos sobrinos increíbles, amigos que son ya familia, hermanas con el apodo de amigas que han estado a mi lado en las buenas, en las malas y en las peores. Unos compañeros de trabajo que me han aceptado, aguantado y querido como no lo esperé... unos chamucos que son lindos y alegran las horas en la oficina.
No incie bien este 2016, fue difícil llevar los días y las semanas, pero al final, el saldo es a favor: a mi favor!
Y no estoy dispuesta a que me cuestionen, reclamen o intenten colgar medallitas ni obligaciones que se inventan por calmar a lo mejor su propia conciencia. No estoy dispuesta a competir por una palabra amable o un trato frío. No estoy dispuesta a dejar o mucho que hoy tengo, por lo que otros quieran darme de propina  exigiendo de mí mi dignidad  o la de Migue o la de mis hijos.
Ya se termina este año, y dejaré ir todo lo que me ha lastimado, pero que me ha reforzado y hecho crecer más, madurar y también aceptar. No le deseo mal a nadie, bendigo a todos y pido a Dios por que les de luz, sabiduría y mucho amor que les permita sanar y madurar.
Gracias 2016 por todo lo malo y gracias por permitirme aprender y seguir adelante con mayor seguridad en mí en cada uno de mis pasos; por dejar aquello que pesaba y era inútil en mi vida.Gracias por que en los momentos difíciles me permitiste aprender y ver lo bueno de las cosas.
Adiós 2016... Hola 2017, y tú nuevo año, pórtate bien!!!




lunes, 24 de octubre de 2016

Un Aniversario más

Este fin de semana fue de celebración en familia.
Festejamos un año más de vida en pareja, de vida familiar, de vida en común.
Ya un camino largo recorrido, que no es una simple acumulación de calendarios o de días, o de horas...
Es un álbum de vida. De la vida de Migue de la mía, de la vida de cada uno de nuestros hijos. Así. En lo individual y en familia.
Porque cada uno ha ido hilando a lo largo de estos años nuestra historia.
Nos es un acumulado de fotos publicadas o guardadas en una memoria o en un álbum, o en una caja. Es un acumulado de recuerdos, de anécdotas; sazonados con risas, con lágrimas, con lecciones.
Trazada por kilómetros recorridos a lo largo de nuestra vida en nuestros viajes de pareja, con los hijos, con la familia, con amigos.
Es más que un número, es más que dos dígitos.
Su significado va más allá de Aniversario o de Familia.
Lo que es, es al final lo que somos. Por separado y en conjunto.
Somos una familia, un equipo, una tribu. Un puñado de orates que disfrutan su locura y la gozan más estando reunidos. Dándonos cuerda a cada instante.
No importa si es tirados en la cama viendo lo que se nos antoje en la tele. O alrededor de una mesa con la baraja, con el adigma o cualquier juego que nos haga pasar el rato y darnos cuenta de golpe que ya es de madrugada... y quedaron en el tintero bromas, burlas, risas.... O si es en algún pueblo o ciudad, caminando, subiendo, bajando. Visitando museos, sitios arqueológicos, parques, iglesias, mercados...
No nos define el apellido... nosotros lo definimos, lo creamos, le dimos un nuevo sentido, un nuevo significado. Y no es sólo para identificarnos del resto o reconocernos como familia. No. Nos da una identidad única. MARQUIÑONES. Así como no hay algo así, sabemos que no hay nada como nosotros.
Por eso, cada 21 de octubre no celebramos un aniversario de bodas más. Celebramos la vida, la decisión diaria de cumplir con nuestra palabra frente al altar. Celebramos la unión, los hijos. Celebramos nuestro camino y nuestros logros. Celebramos los fracasos porque nos han dado enseñanzas.
Es fácil decir "cumplo X años de casado" pero no es fácil decir que esos años han valido la pena.
Que volvería a casarme  con Migue, que seguiría el mismo camino. Puesto que es lo que nos ha hecho lo que hoy somos.
Este caminar no se nos presentó sencillo.
Hemos enfrentado retos a lo largo de nuestra historia.
Hemos crecido juntos como personas. Hemos madurado.
Hemos aprendido a ser mejores para el otro, sin esperar que el otro sea mejor para mí.
Un año más de compartir mi vida con un hombre simplemente brillante y maravilloso.
Un hombre que igual me acepta con mis locuras, que con mis enojos, mis tristezas, alegrías, desafíos, desencantos.
Un hombre que me da la mano para que le acompañe, el oído para que le aconseje y el hombro para que sueñe.
Un hombre que me complementa, que me impulsa y me quiere simplemente tal cual soy.
Un aniversario más de agradecer lo afortunada que soy por mis hijos. Por la familia que hemos conformado.
Y sí. Un año más que celebramos como lo hacemos con las cosas que Dios nos pone en nuestro camino, buena o mala: JUNTOS, UNIDOS.
Aunque cansados, desvelados, molidos y demás... este fin de semana se une a los recuerdos familiares. No voy a decir uno más, porque todos son igual de bellos y valiosos y en su conjunto nos dan un tesoro inigualable.
No diré que vamos por otro año juntos: vamos por más vivencias, por más momentos, por más risas. Por el día a día, por ese entretejer una gran historia con anécdotas, con pedacitos de cada uno y a la vez con la unidad de los cinco.
Gracias Migue, Rosy, Luisa Miguel. Gracias vida. Gracias Dios.

martes, 10 de mayo de 2016

10 de mayo!

Hoy que es 10 de mayo, tengo mucho por agradecer. Lo primero: no estoy en el hospital ni convaleciente!!! jajajaja. No, eso no es lo primero.
Lo primero es agradecer a Dios por retractarse y siempre sí dejarme ser madre. Y no de uno ni de dos: de tres!!! Y vaya trío que me puso en mis manos!!!
En segundo lugar a Migue, porque no sólo me eligió como esposa-compañera-cómplice, sino como la madre de sus hijos!! Y ese grado de confianza, no es pequeño ni simple.
En tercer lugar a mi trío de tres patines. A ellos por estar aquí, por permitir que cada día sea uno diferente. A ellos que me han dado más de lo que les doy. Ellos que me han hecho la labor no tan complicada y eso que siguen sin instructivo!!!!
Ellos que me ayudaron a ser más paciente, más creativa, a tener pies de plomo, a dejarme de egoísmos, a dejar la soberbia a un lado. Ellos que me han permitido conservar a mi niño interior (ese que a veces aflora más y les enfada y los tortura...) que me han enseñado lo que es la sencillez de alma. Ellos que no dejan de sorprenderme y no sólo por lo mucho que han crecido, o por el paso de los años; sino por lo maravillosos que son.
Para mí ser madre ha sido relativamente fácil. O soy muy ruda o ellos son buenos!!! y honestamente me quiero quedar con esta duda!!!
Este 10 de mayo lo he festejado desde días antes con mis hijos. Lo he disfrutado tanto, como no la hacía en otros años. No sé si es la edad, la melancolía, el saber que cada día que pasa mis pollos están más cerca de dejar el nido... no lo sé, pero he aprovechado cada segundo, cada momento, atesoro cada risa, cada bullying que me hacen, cada frase nueva.
Hoy me gustaría que todas las mujeres que conozco y han sido bendecidas con el don de la maternidad, se tomen un tiempo para agradecer lo que significa el no sólo poder dar vida, sino acompañarla, guiarla... transformarla. Y que sus hijos les festejen y reconozcan la labor que han hecho hasta este día; que las apapachen y consientan mucho.
Que cada uno de sus hijos aprecien lo que han hecho desde el momento en que la vida se formó en su vientre. Los meses de ansiosa espera, los achaques, los nervios por tener a una cosita llorona en brazo, por cambiarla, bañarla, alimentarla... por las constantes dudas de si seremos o no buenas madres, por el miedo de cometer errores garrafales con ellos. Por leer y tratar de memorizar cada libro que pasaba por nuestras manos con los consejos para ser madre.... y darte cuenta de la realidad de que el bebé venía sin instructivo, de que lo armaron en china y una ni idea de que rayos le pasa a dicho bodoque: hambre, sueño, frío, está sucio, cansado, aburrido, le duele algo... o sólo entrena los pulmones para cuando sea adolescente....
Que cada hijo reconozca a la mujer que se desveló cuidando su sueño, cuidando que respirara... cada diez segundos, preguntándose si la posición en la que esta es la adecuada, si el pediatra lo aprueba... porque la vecina, la hermana, la tía, la abuela le recomiendan algo diferente. Que reconozcan las desveladas cuidando que no subiera la fiebre, que no tuviera pesadillas, que no tuviera miedo de los rayos, de los truenos. Revisando cada rincón del cuarto para espantar los monstruos debajo de la cama o encerrados en el clóset.
Que agradezcan al chofer personal, al estilista dedicado, a la modista, a la organizadora de fiestas infantiles y pijamadas: a esa nutrióloga que tenía la manía de preparar verdura, verduras y más verduras; o platillos "exóticos" con una presentación más exótica aún. Por esos experimentos culinarios que sólo pretendían nutrir a sus pequeños para que rindieran en las clases de natación fut, tenis, karate.... ajedrez o lo que el pimpollo quisiera practicar.
Por esos días en que se quedaba a fónica de tanto gritar porras a su hijo, o de reclamar al árbitro o al jugador contrario. Por ese odio hacia el equipo enemigo de su hijo, por estar cada partido, cada entrenamiento ahí, fiel, dispuesta a ver cada avance de su criatura.
Que agradezcan todos los festivales y disfraces que conseguía sólo Dios sabe cómo, y todavía se levantaba temprano para peinar y maquillar a su estrella favorita. Por enternecerse una y otra vez al ver a su hijo en el escenario cantando, bailando, diciendo un poema.
Que reconozcan todas las fiestas infantiles a las que asistió porque el pequeño no quería estar sólo.... y sólo se acordaba de que estaba su mami ahí cuando quería comer, beber agua, porque no encontraba los tenis que dejó "junto al brincolín" y estaba uno en el arenero y el otro en el baño, hasta ahora no sabemos cómo es eso posible.
Este día el facebook, el whatsapp, estarán llenos de fotos y felicitaciones de una madres a otras, de los hijos a sus madres, a las abuelas, a las tías, a las amigas. Los restaurantes estarán llenos todo el día por aquellos que llevan a la esposa, a la madre a desayunar, a comer o a cenar.
Hoy mamá es la reina de la casa y de la vida de sus seres queridos.
Hoy se merecen un homenaje y una eterna gratitud por lo que es el trabajo de ser madre. No es fácil saber que se tiene una vida en las manos y que depende enteramente de nosotras; no es fácil ver a tu hijo lastimado y tener que ser fuerte para calmarlo, curarlo, y hacer que confíe de nuevo. No es fácil ver como crecen y cada día son más independientes. No es fácil ver que prueben sus alas con el temor de que caigan. No es fácil....
Pero es maravilloso ver cómo en su independencia y en su afán de probarse, van madurando, van creciendo y van aprovechando las oportunidades que la vida les da. Es maravilloso ver como se convierten en niños, adolescentes, jóvenes, personas de bien y cómo toman las decisiones que van delineando su vida, su profesión, su futuro. Y ver cómo regresan al nido para que su madre los felicite, los abrace, los aconseje, los cobije.
Es maravilloso estar frente a una caja repleta de fotos y recordar cada momento y darte cuenta de que esas personas son geniales, en parte por ti.
Es maravilloso saber que las desveladas, regaños, miedos, nervios, castigos, lágrimas, risas, han valido la pena. Y hoy, 10 de mayo, nos podemos sentar y hacer ese recuento de los años, de los momentos. Y podemos estar agradecidas por los hijos que tenemos y por la ventura de ser madre.
Para mí, este día, es día de agradecer por este don de ser madre. Por permitirme tener en mis manso y en mi vida a tres seres maravillosos que cada día me sorprenden por su nobleza, por su cariño, por sus detalles, por sus cuidados... Estoy agradecida porque con Migue he formado una bella familia.
Sé que no somos perfectos y no pretendemos serlo. Sabemos que tenemos defectos, y eso nos hace divertidos, conscientes de nuestro lugar y nos ayudan a tener siempre los pies sobre la tierra. Sabemos que tenemos defectos y ese es un buen "pretexto" para ayudarnos unos a otros, para ser solidarios, para tenernos paciencia y saber que entre todos somos un grandioso equipo.
Hoy este día es simplemente el día en que reconozco que mi trío me han hecho la madre más feliz; no seré la mejor o la más grandiosa. Pero sé que soy la que más se divierte, la que prefiere una tarde con ellos sentados en la mesa echando chal; o tirados en la cama viendo series o películas; o jugando baraja o pinta monos, o lo que sea, mientras sea juntos.
Felicidades a todas las mamás, a las casadas, a las solteras. A todas las que luchan por sus hijos, que son las primeras en regañarlos y las primeras en defenderlos; a las que se fajan los pantalones para sacar adelante a sus hijos; a las que son ejemplo de bondad y entrega. A todas, hoy es su día, el día en en que recordamos todo lo que hacen los otros 364 días....
Feliz día de las madres ahhh y les presumo que mis hijos me trajeron un bello arreglo de rosas y un SÚPER MINION GIGANTE!!! sólo para mí!!!!

lunes, 8 de febrero de 2016

Mi inicio de semana

Hoy es uno de esos días en los que se ve una semana larga, pesada difícil. Y no e}por lo laboral o familiar. Esta semana inició con un mal fin. Y empieza la mente a cuestionarse, a reclamar, a no saber si es mejor resignarse o simplemente dejarse llevar... o seguir luchando para salir de esta en la espera de que en dos o tres meses, la batalla inicie de nuevo.
Esa batalla que tengo con mi cuerpo desde hace años... diez para ser exacta. Batallas que reconozco cada vez me doblegan más, me deprimen más, me cuestionan más. En las que no sé si es mejor seguir, darme por vencida, o hacerlo llevadero sólo por sentirme mejor y reiniciar cuando de nueva cuenta recaiga.
Las soluciones no son sencillas. Y menos cuando es un ciclo que se repite cada vez con mayor frecuencia. Es cansado, es doloroso, es deprimente. Sé que no basta con llorar, con desesperarme, con preguntar por qué? (sé bien esa respuesta) sé que ya no basta con cuidarme o con conocer a la perfección qué debo y qué no hacer, comer, beber.
Este es un punto en el que no puedo seguir haciéndome la fuerte, o la indiferente, o como si estuviera todo bajo control. Este es un punto en el que esta vez, siento un golpe bajo. Este es un punto en el que tengo que ver a futuro, a corto plazo. No puedo darme el lujo de pensar o planear a largo plazo. Tengo que hacer todo por día, cada 24 horas, sólo por hoy. Porque sé que así podré entonces ver los frutos a largo plazo.
Hoy lunes no tengo ni buen ánimo, ni buen semblante ni buen talante. Es más, no traigo ni buen humor. Este lunes no quiero salir a la calle (ya me regresaron del trabajo para que me recupere) no quiero ver a nadie, no quiero saber de nada. Sólo quiero saber, sólo quiero entender, quisiera ver una solución concreta, firme, certera. Sólo quiero no odiar mi cuerpo por un momento.
No escribo esto buscando compasión o una palabra que intente reconfortarme. Sólo quiero expresar lo que siento desde hace tiempo; con la esperanza de que se aclare un poco mi mente y encuentre más de una solución.
Hoy es uno de esos días en los que siento que mi cuerpo está en mi contra, en que lo veo y lo siento ajeno, extraño, enemigo. Hoy es uno de esos días en los que siento que esta batalla me va a costar más que la anterior, que va a durar más que la anterior, que me va a desgastar más: que mi cuerpo parece empeñarse en desgastarse de tal manera que decida simplemente dejarlo salirse con la suya. Que ni el medicamento, ni los cuidados, ni las ganas que le ponga por mejorar, serán relevantes para él.
Pareciera que mi cuerpo combate la medicina, como si no quisiera mejorar. Como si el malestar y el dolor le gustara (masoquista y sádico, a mí no me gusta ni el dolor ni el malestar) como si me dijera que es mejor dejarse llevar por esta vez, que quizá la siguiente batalla me la ponga más fácil.
Igual, estoy cansada, cansada de saber lo que me espera, de conocer mi panorama, de saber que mi normalidad no es en realidad normal. Quizá estoy cansada, de cuidar lo que como y lo que hago, aún sabiendo que mi cuerpo parece un ente independiente de eso y que decide como actuar y si aprovecha o no lo que hago, logrando sacarme de mis casillas, quitarme la paciencia y más de una vez las ganas de seguir.
Hoy es un inicio de semana que inicié con un "regresa a casa hasta que te mejores", "traes una cara!!" "te golpearon o por qué tan demacrada?", Es un lunes  de regresar llorando sin controlarme hasta que llegué a casa, y no sabía si era por el dolor, por la desesperación o por que´. Hoy es el inicio de una semana en la que mi paciencia de nuevo se pondrá a prueba, en la que de nuevo la comida no es una aliada, en la que el agua me sabe a cartón y me revuelve el estómago, en la que cada movimiento debe ser meditado y planeado con sumo cuidado.
Hoy inicia una semana en la que mi peor enemigo es de nuevo el doctor (aunque cuando mejore será de nuevo mi aliado, mi héroe y demás) en la que de nuevo se mencionará incansablemente la palabra cirugía; en la que mi cama será testigo de mis debates mentales y emocionales. En la que el gato será mi compañía y escucha involuntario de mis quejas, lamento, enojos y demás...
Hoy inicio la semana con nuevas dudas y viejas quejas. Con el mismo dolor y diferentes enfoques. Con las mismas náuseas y diferentes posturas para calmarla. Inicio sin ganas de negociar, sin ganas de defenderme. Con el miedo latente de los estudios largos y dolorosos; con el pavor al frío quirófano; con la resistencia del consultorio; con el ya para qué, de qué sirve en la boca.
Una nueva batalla de esta guerra de años, se supone que debería estar acostumbrada. Pues no, no me acostumbro a saber y aceptar que no estoy al 100, que mi cuerpo de repente se traba, y que me daña.. no me acostumbro a saber que hay muchas cosas que debo dejar de hacer, alimentos que debo erradicar, rutinas que debo implementar. Pero sobre todo, una mentalidad que debo programar.
Hoy inicio una semana que debo de pasar, terminar, superar.
Y se preguntaran "y tu familia?" pues para ellos esta semana será difícil. Dejarán de ser mi familia y se transformarán en dictadores, en mis carceleros. Estarán al pendiente de cada gesto, de cada movimiento. Me atenderán con todo el amor del que son capaces para atenuar el día. Estará dispuestos a ayudarme, a consolarme y a alegrarme cada momento. Me abrazarán para decirme que no les gusta verme así, que les duele, que harían todo por que recuperara mi salud.... Son lo mejor, son perfectos, unos ángeles.
Sólo me resta pedir una oración por los que enfrentan esas batallas día a día; por los que luchan sin rendirse; por las familias de ellos; por su paciencia y dedicación.
Y que su inicio de semana sea mejor, mucho mejor que el mío y que el resto de ella mejore cada día más.... falta mucho para el viernes?