lunes, 8 de febrero de 2016

Mi inicio de semana

Hoy es uno de esos días en los que se ve una semana larga, pesada difícil. Y no e}por lo laboral o familiar. Esta semana inició con un mal fin. Y empieza la mente a cuestionarse, a reclamar, a no saber si es mejor resignarse o simplemente dejarse llevar... o seguir luchando para salir de esta en la espera de que en dos o tres meses, la batalla inicie de nuevo.
Esa batalla que tengo con mi cuerpo desde hace años... diez para ser exacta. Batallas que reconozco cada vez me doblegan más, me deprimen más, me cuestionan más. En las que no sé si es mejor seguir, darme por vencida, o hacerlo llevadero sólo por sentirme mejor y reiniciar cuando de nueva cuenta recaiga.
Las soluciones no son sencillas. Y menos cuando es un ciclo que se repite cada vez con mayor frecuencia. Es cansado, es doloroso, es deprimente. Sé que no basta con llorar, con desesperarme, con preguntar por qué? (sé bien esa respuesta) sé que ya no basta con cuidarme o con conocer a la perfección qué debo y qué no hacer, comer, beber.
Este es un punto en el que no puedo seguir haciéndome la fuerte, o la indiferente, o como si estuviera todo bajo control. Este es un punto en el que esta vez, siento un golpe bajo. Este es un punto en el que tengo que ver a futuro, a corto plazo. No puedo darme el lujo de pensar o planear a largo plazo. Tengo que hacer todo por día, cada 24 horas, sólo por hoy. Porque sé que así podré entonces ver los frutos a largo plazo.
Hoy lunes no tengo ni buen ánimo, ni buen semblante ni buen talante. Es más, no traigo ni buen humor. Este lunes no quiero salir a la calle (ya me regresaron del trabajo para que me recupere) no quiero ver a nadie, no quiero saber de nada. Sólo quiero saber, sólo quiero entender, quisiera ver una solución concreta, firme, certera. Sólo quiero no odiar mi cuerpo por un momento.
No escribo esto buscando compasión o una palabra que intente reconfortarme. Sólo quiero expresar lo que siento desde hace tiempo; con la esperanza de que se aclare un poco mi mente y encuentre más de una solución.
Hoy es uno de esos días en los que siento que mi cuerpo está en mi contra, en que lo veo y lo siento ajeno, extraño, enemigo. Hoy es uno de esos días en los que siento que esta batalla me va a costar más que la anterior, que va a durar más que la anterior, que me va a desgastar más: que mi cuerpo parece empeñarse en desgastarse de tal manera que decida simplemente dejarlo salirse con la suya. Que ni el medicamento, ni los cuidados, ni las ganas que le ponga por mejorar, serán relevantes para él.
Pareciera que mi cuerpo combate la medicina, como si no quisiera mejorar. Como si el malestar y el dolor le gustara (masoquista y sádico, a mí no me gusta ni el dolor ni el malestar) como si me dijera que es mejor dejarse llevar por esta vez, que quizá la siguiente batalla me la ponga más fácil.
Igual, estoy cansada, cansada de saber lo que me espera, de conocer mi panorama, de saber que mi normalidad no es en realidad normal. Quizá estoy cansada, de cuidar lo que como y lo que hago, aún sabiendo que mi cuerpo parece un ente independiente de eso y que decide como actuar y si aprovecha o no lo que hago, logrando sacarme de mis casillas, quitarme la paciencia y más de una vez las ganas de seguir.
Hoy es un inicio de semana que inicié con un "regresa a casa hasta que te mejores", "traes una cara!!" "te golpearon o por qué tan demacrada?", Es un lunes  de regresar llorando sin controlarme hasta que llegué a casa, y no sabía si era por el dolor, por la desesperación o por que´. Hoy es el inicio de una semana en la que mi paciencia de nuevo se pondrá a prueba, en la que de nuevo la comida no es una aliada, en la que el agua me sabe a cartón y me revuelve el estómago, en la que cada movimiento debe ser meditado y planeado con sumo cuidado.
Hoy inicia una semana en la que mi peor enemigo es de nuevo el doctor (aunque cuando mejore será de nuevo mi aliado, mi héroe y demás) en la que de nuevo se mencionará incansablemente la palabra cirugía; en la que mi cama será testigo de mis debates mentales y emocionales. En la que el gato será mi compañía y escucha involuntario de mis quejas, lamento, enojos y demás...
Hoy inicio la semana con nuevas dudas y viejas quejas. Con el mismo dolor y diferentes enfoques. Con las mismas náuseas y diferentes posturas para calmarla. Inicio sin ganas de negociar, sin ganas de defenderme. Con el miedo latente de los estudios largos y dolorosos; con el pavor al frío quirófano; con la resistencia del consultorio; con el ya para qué, de qué sirve en la boca.
Una nueva batalla de esta guerra de años, se supone que debería estar acostumbrada. Pues no, no me acostumbro a saber y aceptar que no estoy al 100, que mi cuerpo de repente se traba, y que me daña.. no me acostumbro a saber que hay muchas cosas que debo dejar de hacer, alimentos que debo erradicar, rutinas que debo implementar. Pero sobre todo, una mentalidad que debo programar.
Hoy inicio una semana que debo de pasar, terminar, superar.
Y se preguntaran "y tu familia?" pues para ellos esta semana será difícil. Dejarán de ser mi familia y se transformarán en dictadores, en mis carceleros. Estarán al pendiente de cada gesto, de cada movimiento. Me atenderán con todo el amor del que son capaces para atenuar el día. Estará dispuestos a ayudarme, a consolarme y a alegrarme cada momento. Me abrazarán para decirme que no les gusta verme así, que les duele, que harían todo por que recuperara mi salud.... Son lo mejor, son perfectos, unos ángeles.
Sólo me resta pedir una oración por los que enfrentan esas batallas día a día; por los que luchan sin rendirse; por las familias de ellos; por su paciencia y dedicación.
Y que su inicio de semana sea mejor, mucho mejor que el mío y que el resto de ella mejore cada día más.... falta mucho para el viernes?