miércoles, 21 de marzo de 2012

Ser mujer no es algo simple. Los hombres se quejan demasiado de nuestra naturaleza (si entienden esa palabra? naturaleza?) Para nosotras créanlo o no también es un misterio, confusión, dolores de cabeza, sentimientos de soledad y de incomprensión...
Añadan edad, condición social, hijos, trabajo, estudios, la cosa se convierte en un circo de tres pistas. No es lo mismo para una tener 20 años y sentir la vida a favor, tiempos, sueños; todo es más sencillo, tiene sentido lo que hacemos, nuestra incipiente rebeldía, nuestras salidas, las ganas de coquetear, las conquistas de una tarde, de un verano. Que ya estar cerca cada vez más a las cuatro décadas (señora de las 4 décadas, diría Arjona en su intento de conquistar a una mujer mayor)
Ya las cosas tienen otro color (el rosa paso de largo y lo vemos en fiestas infantiles, bautizos y nos preguntamos por qué ese afán de estereotipar desde el nacimiento al niño y a la niña) ya vemos una gama más completa de colores fuera del arco iris, en ocasiones la vida parece en blanco y negro, otra en colores sepia y otras con colores tan brillantes, como el campo después de una buena lluvia.
Ya tomamos la vida más en serio, las responsabilidades, el trabajo ya no es sólo tener dinero para el antro, para los zapatos, la blusa, el salón de belleza; ya tiene otra utilidad la renta o la mensualidad de la casa, del carro, colegiaturas, clases especiales para los niños, vacaciones en familia...
Hay días en los que te levantas y te miras al espejo y te asustas, no sólo es el maravilloso peinado que durante la noche elaboró la almohada o las ojeras o la marca de la colcha en la mejilla. Sino el paso del tiempo, lo mucho que ha cambiado tu rostro, tu piel, el mirar de tus ojos, tu sonrisa.
Ser mujer es un mundo paralelo, subidas en tacones, con niños de la mano, bolsa, mochilas, llaves, listas de pendientes, citas, tareas. Ser de todo un poco cada día, consejera, cocinera, sicólogo, gps, taxista, maestra, estilista, tintorería, etc. Y estar en la mejor disposición para todos en todo momento, no existe el dolor de cabeza, la gripa, el cansancio...
Ser mujer es un don,  es un maleficio, en una condición, es un estado de vida y cada día que pasa, cada momento nos enriquece, nos fortalece, nos identifica. Si se disfrutaron los veintes, se deben gozar los treinta, ¿cómo serán de interesante los 40's?