miércoles, 1 de octubre de 2014

Generación de padres vs generación de hijos

Para los de mi generación es un hecho que somos los últimos cuya niñez pasó en las calle con la bicicleta, patines, patineta. Jugando a las escondidas, encantados, bebeleche... Somos los últimos niños que sabíamos para qué eran las palabras "por favor", "compermiso", "gracias" y otras por el estilo. Somos los últimos niños que fueron dominados a la distancia por las miradas de los padres, y sabíamos el significado de cada una: siéntate bien, deja eso, no corras, ven, cierra la boca, etc.
Nos considerábamos niños educados que respetábamos a los padres de los amigos, a los vecinos de la cuadra, a los maestros, al señor de la tienda, al cartero. Mas de algunos de nosotros adoptamos a un perro callejero como parte de la "pandilla" y el pobre se la pasaba de jardín en jardín huyendo de los zapatazos de los padres que se desesperaban por nuestro altruismo constante.
Fuimos unos niños que corríamos hasta cansarnos, que no teníamos miedo de trepar árboles, jugar con tierra, correr bajo la lluvia, pasar los charcos a toda velocidad en bicicleta, patear balones hasta romper una ventana o los rosales de mi madre... y ahí si, a correr y esconderse lo mejor posible.
Eramos unos niños que se ponían lo que fuera de ropa, no había marcas, ni poses, los tenis con que nos duraran y aguantaran la "carrilla" era suficiente. No nos fijábamos en la marca de la sudadera, mochila, o pantalón de mezclilla.
Para salir con los amigos, había que rogarle a papá para que nos prestara el auto un par de horas el sábado por la tarde y andar por la colonia y sentirnos grandes e independientes. Nuestras salidas al cine eran en camión, a los Multicinemas enfrente de Plaza del Sol o a Plaza del Angel, eso sí a las 4 de la tarde.
Las niñas les robábamos el sueter o sudaderas al papá o a los hermanos, incluso las camisas, para usarlas con leggins y cintos anchos. Ir a comer o cenar en Bufalo, ir a la Frágola por un helado...
Muchos estudiamos parte de nuestra vida en escuelas públicas, secundaria, prepa... era lo normal y lo común. No todos teníamos en casa alguien que le ayudara a mamá en las labores, por lo que eramos responsables de ayudar en las tareas domésticas: lavar platos, barrer cochera, patio, barrer, trapear, sacudir; aparte de arreglar nuestra recámara y ropa. Sin olvidar ese pequeño detalle de llevar nuestros platos sucios al fregadero al levantarse de la mesa después de cada comida. Donde yo vivía de chica, era común ver los sábados a los padres e hijos arreglando el jardín y lavando los autos.
Lo curioso es que la mayoría de esos niños de antes son ahora unos padres de familia totalmente distintos. La forma de educar cambió drásticamente. Ahora los padres se la viven tratando de darles a sus hijos "todo lo que a ellos les faltó de jóvenes". De ahí que el niño tenga auto nuevo desde los 15 años, el celular más caro; la ropa de marca (y si esta se alcanza a leer a 500 mts de distancia mucho mejor). Nada de que se muevan los querubines en camión, para eso está la mamá, que la haga de taxi todo el día para que las suelas de los caros zapatos del hijo no se ensucien.
Ahora los jóvenes mandan. No respetan al maestro, al director, al de la tienda, al papá, a la mamá... ellos se sienten merecedores de todas las consideraciones "no vayan a traumarse si les dicen NO". Y de ahí que sean groseros, irrespetuosos, irresponsables. No son capaces ni de tender su propia cama, menos de levantar su plato. Acostumbrados a tener siempre alguien que lo haga por ellos.
Lamentablemente la generación de hijos procreados por nuestra generación no pinta muy bien. en la escuela, en la calle, en la casa. Escucho a algunas madres de familia quejarse del modo en que sus hijos les contestan y reclaman. Si les niegan una salida, arde troya para ellas. ¿Cómo es posible que le negaran una salida? cierto que reconoce que le va fatal en la escuela, que no hace nada en casa más que estar frente a la compu o la tele (es tu culpa por comprar semejante pantalla madre y regalarme la lap en mi cumple, ni modo que nos los use) pero nada tiene que ver su vida social con la familiar, son cosas distintas así que ni se le ocurra mezclarlas.
Y que decir de la escuela. Muchachos que juran que el profe no los quiere, les envidia, les tiene tirria por ser populares, guapos, alegres, el alma del salón... y no presentan tareas (para qué, so una pérdida de tiempo) no trabajan en clase (que lo hagan l@s matadit@s) no estudian (esperan copiar en el examen, o según ellos hacer los exámenes en equipo) se saltan clases (el profe es super aburrido, monótono, no dice nada interesante, ya me sé tooodo lo que el viejo explica).  No trae el uniforme completo (esa es culpa de la muchacha, hace lo que quiere, ya le dije a mi mamá que la corriera por floja; o peor aún: mi mamá no me deja el uniforme completo en mi cuarto, qué quiere que haga)
Y no conformes los padres con eso, evitan disciplinarlos, "yo tuve unos padres muy severos y no quiero que mi hijo sufra lo mismo que yo. Un poco de ralajamiento no le hace daño a nadie. ya crecerá y se hará responsable como yo". "Son cosas de la edad, ya verá como al entrar en la Universidad entiende las cosas y se endereza". "Hay que dejarlo que aprenda de sí mismo y sus errores, uno no está para decirle qué hacer, estamos para apoyarlo en todo lo que haga, bueno o malo, ya entenderá"
Y todavía los premias a los angelitos con el auto, el celular de moda (que pierden, rompen, mojan a los días de estrenarlo... y ahí va la reposición inmediata de los padres... temor al berrinche o de que les digan mal padre?) la ropa cara, los zapatos, las bolsas. Las salidas cada fin de semana hasta altas horas de la madrugada, o hasta muy temprano del otro día. Sin interesar que llegue con aliento alcohólico como sus amigos (ni me digas nada papá, no me puse tan cuete como fulatino, ese si ni caminar podía, no sé cómo manejó hasta aquí)
Y qué decir de la escuela. Ahora resulta que el nene escoge la escuela que mejor le guste... no precisamente en lo académico o disciplina, sino en la que estén los cuates, en la que mejor se organizen fiestas, salidas, paseos, viajes... y si no puedo con las materias, con toda calma y gusto lo cambian a otra con tal de que el pequeñín no se nos estrese.
"Trabajo para darle a mis hijos lo que no tuve" es la frase más común. incluso llegamos a admirar a esos padres de familia que se la pasan 12 horas o más trabajando para darles a sus hijos una buena casa, en una buena zona; una buena escuela (no tanto educación o enseñanza académica) y si es colegio caro y nice, mejor; vestido, de marca y si es posible comprar en el extranjero mejor; carro (mi padre nunca me ayudó a comprarme uno y lo tuve que pagar cuando entré a trabajar) vacaciones (eso de ir todo el tiempo a la misma playa es de perdedores, hay que ir a lo más exclusivo y caro)dinero, que no se vea pobreza ni carencias; trabajo para eso, así que cada que me pidan para salir, les doy y hasta de más; no quiero que los amigos de mis hijos digan que tienen un padre codo o pobre.
Pero eso sí, si el hijo destroza el auto, lastima a alguien, lo corren de la escuela, reprueba curso, el padre de familia reclama "qué hice para merecer esto?" "trabajo para darte todo y así me pagas?" "por qué me haces esto a mí, que lo único que hago es darte lo que necesitas?"
Me gustaría que esos padres que se preocupan por darles a sus hijos todo lo que ellos no tuvieron de cosas materiales en su casa, no hubieran tenido una sola cosa: PADRES. Así, estarían día a día dispuestos  a ser excelentes padres con sus hijos.
Enseñarles el valor de las cosas. Fuimos hijos de padres severos? y cómo somos ahora? irresponsables? groseros? haraganes? No tuvimos muchas cosas materiales, nos traumó? no. Trabajamos para tener lo mucho o poco que poseemos y con orgullo lo decimos: cada cosa nos costó tiempo y esfuerzo. Por qué no enseñar lo mismo a nuestros hijos? La responsabilidad no llega de la noche a la mañana. Se aprende en el día a día y en casa, de la mano de mamá y papá.
Fuimos niños que aprendimos a pedir y agradecer, no a tomar por sentirnos reyes o merecedores del mundo. Fuimos niños que aprendimos a valorar lo que había en casa, por poco que sea: el refri no se llena con una varita mágica, ni el tanque de la gasolina se llena con sólo desearlo. El dinero para las pachangas hay que ganárselo, del mismo modo que uno se gana el dinero para nuestras vacaciones y retiro.
El esfuerzo hoy en día está olvidado. Todo se les da con suma facilidad. Quizá por flojera al berrinche, quizá por no tener capacidad de razonar y hacer razonar al hijo; quizá por probarle a los demás que tenemos el dinero para eso y más; quizá para demostrarles a nuestros padres que se puede gastar y gastar en tonterías y darles a nuestros hijos todo lo que pidan; quizá para comprar el respeto y admiración del hijo; quizá por no ser "un mal padre".
Fuimos una generación de niños que estudió y luchó por sus ideales, por su negocio, empleo, casa, familia. Y estamos criando y creando una generación de muchachos "úsese y tírese". Que aprendieron a suplir y cambiar de cosas con la misma facilidad que una se pinta las canas... una generación de muchacho que siente que el mundo le debe y los adultos somos los encargados de pagarles con intereses esa deuda. Sin que ellos hagan el menor esfuerzo.
Fuimos una generación que valoraba al adulto, que se le acercaba por consejo, por palabras y fuimos algunos bendecidos por su compañía, apoyo, cariño. Y estamos haciendo una generación que los ve como estorbo, piezas de museo, figuras decorativas.
Fuimos de una generación de hijos con reglas y responsabilidades que nos prepararon para la vida. Muchos de nosotros superamos expectativas de vida. Estudiamos más grados que nuestros padres, tenemos empleos mejor remunerados que los que ellos; un estilo de vida mejor en muchos sentidos. Logramos superarnos tal como ellos lo querían.
Qué generación de hijos queremos en realidad? Qué generación debemos esperar que formen nuestros hijos?