jueves, 31 de diciembre de 2015

Año viejo/Año nuevo

A unas horas de que la última hoja del calendario se caiga, haciendo la cuenta atrás antes de las doce campanadas; me siento frente al jardín a hacer lo propio. Reflexionar acerca de este año que se va y de lo que hice bueno y malo. No voy a decir que haré el recuento de lo que este 2015 me dejó; porque al final de cuentas he sido yo la que tomó las decisiones que me ponen en este momento a pensar en si las cuentas son a favor o en contra este final de año.
No diré que inició con el pie derecho, pero sí con las expectativas de saber qué haría en cada día y cuales serían las oportunidades a aceptar y por qué no a rechazar durante las 52 semanitas nuevas que tenía enfrente.
Conforme fueron pasando los días, las promesas de año nuevo se fueron diluyendo, ni hice ejercicio, ni me inscribí al gym, ni hice las dietas que debía. Comí como si no hubiera mañana, la báscula registró pesos récord de mi, ante mi sorpresa, escándalo y falsas determinaciones de que ahora sí iba a ponerme en control de mi peso. Ja ja.
La promesa de que me aplicaría en el trabajo dio resultado, ya que me cambiaron al área de Investigación. Más retos, pero más aprendizaje para mi. Estudiare como loca durante el tiempo que esté en ese departamento, pero valdrá la pena. 
Hubo gente que se alejó de mi, otras que gracias a Dios siguieron al margen o de plano terminaron por disolverse hasta convertirse en un recuerdo, aún no se si bueno o malo, pero al fin, son un recuerdo. También este año conocí personas maravillosas que me enseñaron mucho sobre todo en el mes de Noviembre, que fue para la familia entre caótico, divertido, esperanzador, lleno de retos, motivante, pero sobre todo de prueba para todos.
La batalla constante conmigo misma no cesó, mi cuerpo se rebeló en varias ocasiones, dando uno que otro susto, debo de tomarme más en serio eso del ejercicio y de la dieta nula en sodio, conservadores y demás que sé me dañan, hacerla de manera permanente. Mis demonios fueron amables este año conmigo, hicimos una tregua y creo que hemos cumplido ambas partes. Puedo verles de repente que se asoman y ya no me asustan ni me paralizan, Sé cómo calmarlos y hacer que regresen a su escondite, aún no intento desterrarlos por completo, parece mentira, pero uno les toma cierto cariño a los condenados que es difícil verlos partir... no soy tan desalmada de dejarles sin hogar, pero sé que debo soltarlos, espero este año hacerlo poco a poco; digo, hay que avisarles del desalojo con algo de tiempo...
Otra promesa que me hice fue el dejar por completo que los problemas de antaño siguieran haciendo mella en mi vida. Casi lo logro, pero el penúltimo mes del año me puso la prueba difícil que creo pasé no con mención honorífica, pero lo suficientemente bien como para no sentir a estas alturas ninguna clase de remordimiento o cuestionamientos inquisitorios. La otra prueba vino este mes y de igual manera me sentí tranquila y confiada, pude de alguna manera capotearla como los grandes.
De mis hijos, no puedo decir más que me siento orgullosa, han respondido mejor de lo que yo lo hubiera hecho, me ponen alta la vara para no decepcionarlos, han contribuido en lo que se les ha pedido, han entendido de manera sorprendente cada uno de los retos a los que nos henos expuesto. han estado más que solidarios y siempre sonrientes, con buena disposición, este año maduraron mucho. Crecieron como personas y como familia. Los siento más unidos, más tranquilos, centrados y más enfocados en las cosas que valen la pena.
Ellos también tuvieron que tomar sus decisiones difíciles,  no puedo juzgarlos, no debo y no lo haré. Ante las pruebas, antes los acontecimientos, ellos decidieron hacer lo que mejor les convenía y lo que menos les iba a lastimar. Es doloroso saber su veredicto, pero es más triste saber que la otra parte no ha hecho absolutamente nada en 12 meses para poder solucionar las cosas con ellos. Sabemos que se seguirá quejando de nosotros, especialmente de mí, pero a estas alturas el daño se hizo y ante la renuencia de una disculpa o un intento de componer las cosas, no nos deja más que simplemente dejar ir a aquellos que no nos hacen bien. Y si lo pienso detalladamente, a veces siento que el veredicto de mis hijos es benévolo.... en comparación con el dolor que les ocasionaron. Nobles hasta el final!
Este año me hizo más fuerte, supongo que más dura. No estoy ya en el papel  de querer dar gusto, de tratar de acomodar las cosas para que todos estuvieran contentos, menos yo. Este año me gustó el sentirme útil en un lugar, el ver los resultados de mis esfuerzos, de mis estudios, de lo que he aprendido. Este año me di cuenta de que yo también puedo y debo esperar que alguien espere por mi, que se adapten a mi ritmo, a mi rutina, a mis cosas.
Me di cuenta de que puedo hacer más cosas de las que imaginaba, eso sí, aún no me organizo del todo con lo de hijos/marido/casa/oficina y creo que nunca lo haré, ya que
siempre hay algo que me mueve los planes del día y termino mandando los pendientes al fin de semana que por cierto nunca me es suficiente.
Dejé por lo tanto de estresarme por la casa, por las cosas que sé que aunque las arregles, en 5 minutos volverán a su estado original: desorganizado, como la ropa, la loza, las hojas en la cochera y el patio, las naranjas en el jardín...
Decidí aprovechar más esos pequeños momentos de la vida: la procesión de personitas en mi recámara sugiriendo ver una peli o una serie; las sobremesas que se alargan al punto de hacerme llegar tarde a la oficina o los sábados que se juntan con la hora de la comida; las encerronas en familia; los fines de semana en pijama; las salidas al cine; los juegos de mesa; las charlas entre chicas; el enfadoso de Miguelito que se esmera en dar lata y creo que el doctorado en eso ya le queda corto. Los paseos en auto cantando, la emoción de las salidas de mis hijas y su  estresante me ayudas?no sé qué ponerme. Es  genial saber que sigo a mi edad jugando a las muñecas... por cierto esas son Rosy y Luisa,
Si bien mis promesas iniciales se fueron en los aires de febrero, al paso del año hice otras que me resultaban no sólo atractivas sino en realidad más útiles: más paciencia; juzgar menos; quererme cada día un poco más; gozar cada momento del día bueno y malo, incluyendo los embotellamientos, los cambios radicales de humor de la jefa, las lentitudes en la oficina; sonreir más aunque no haya un motivo aparente, sonreir por el hecho de que salió el sol, de que la lluvia es ligera y fresca, de que hace un buen día, de que no me acaloro en el auto, de que planché en un solo día toda la ropa, de que celebro haber lavado toda la ropa y descubrir que por arte de magia el bote está rebosante de nuevo...
Estar para mis hijos aún con los horarios de locos que manejamos y ha hecho cada vez más difícil que coincidamos todos como antes en la comida o cena, Por lo que decidí que debo estar presente con cada uno y disfrutar esos momentos. Crear recuerdos agradables para mi, para ellos.
Ser más tolerante, incluso con los intolerantes. Que vaya que en mi vida hay muchos que se la pasan destrozando prójimos por cosas tan insignificantes como el físico, la profesión, el trabajo, la raza, el credo, etc., y es difícil a veces no soltar el popular dicho del Rey Juan Carlos "por qué no te callas", así que respiro profundo, cuento hasta diez... y me pongo a cantar en mi mente o a recordar cosas agradables.
Ser agradecida, con Dios, con Migue, con mis hijos; por ellos, por lo bueno que me pasa en el día y también por lo malo, pues sé que por algo ocurrió y trato de sacar algo bueno para crecer. Agradecer al que me ayuda en la oficina, a quien me tiene en alta estima. Agradecer por aquellos que siguen en mi vida como bastiones; agradecer por aquellos que decidieron alejarse; agradecer por los que han demostrado ser valiosos; agradecer por lo que han mostrado el cobre una y mil veces. Agradecer por aquellos momentos no planeados en los que Dios y sus dioscidencias me han hecho quedar bien a pesar de que otros me han puesto peor que lazo de cochino.... Agradecer cada día y cada oportunidad que tengo de seguir siendo yo. Agradecer por cada oportunidad de corregir errores, de cambiar, de ser mejor. Agradecer cada lágrima, cada momento de debilidad, de nostalgia, de dolor.
Otro propósito fue el de darle a los demás la oportunidad de demostrarme que son mejor de lo que yo suponía. Hubo quienes sí ,me callaron la boca y hubo quienes de plano me dieron totalmente por mi lado... confirmando cada cosa e incluso agregando a la lista otras que ni me imaginaba. también Gracias por eso (sigo siendo agradecida).
Este año me di permiso de ser más libre, de mortificarme menos. El resultado es más que positivo. Al yo ser más libre, dejo a los demás serlo, y fluyen las cosas con más naturalidad, mejor, con calidad y calidez. Esta libertad me permitió criticarme hasta el cansancio y de ayudarme a cambiar las cosas que me detenían y me limitaban.
A unas horas de la cuenta atrás, no voy  a  atragantarme con las uvas y los doce deseos, no lo haré por la razón de que nunca las he comido al ritmo de las campanadas, me atraganto, me muero de la risa por atragantarme, se me olvidan los deseos, las promesas y termino haciendo un batidillo sin sentido. Así que nada de uvas para mi. Quien lo logre felicidades! Antes de que despida este año, quiero hacer un pequeño homenaje a los amigos de ayer, de siempre. A los que sin importar tiempo, distancia sé que están ahí. Quiero que Dios los bendiga de manera muy especial por ser quienes me han dado momentos maravillosos a lo largo de mi vida y de este año.
Quiero reconocer a los amigos que ante nuestras malas rachas ahí han estado presentes, dándonos la mano. Quiero agradecer a los que a pesar de lo ermitaños y raros que somos nos siguen llamando amigos, familia. Quiero agradecer a los que confían en nosotros, a los que siguen apostando por nosotros.
Y en especial mi promesa más grande que me hacía cada día de este 2015; amar a Migue, cuidarlo, alentarlo, apoyarlo. Cuidar a mi familia, hacer que cada día seamos más fuertes en lo personal y en lo grupal. Ayudar a que cada uno sea tan original y raro, que sus locuras los hagan brillar y destacarse, que cada día crean en ellos tanto o más que yo. Esa promesa la cumplí cabalmente y fue más que un gusto, un placer. Dios me dio cuatro personas que son un manantial inagotable de sorpresas, de risas, de ocurrencias, de cosas buenas, de nobleza, de amor, de entrega.
Supongo que ahora debería de hacer mi lista de promesas para el año que viene. Puede ser, pero no será la típica que dejo de cumplir pasado mi cumpleaños. Este 2016 quiero ser más cálida, menos convencional, mejor en mi trabajo y en la casa, quiero ser más observadora con mi cuerpo, quiero soltar uno que otro demonio, quiero ser más fuerte y más nostálgica, quiero seguir honrando a mi padre, quiero seguir siendo ejemplo de mis hijos. Quiero cada mañana verme en el espejo y sentirme orgullosa de ese reflejo, de lo que engloba.
Quiero ponerme retos profesionales. Quiero crecer en ese ámbito. Quiero seguir con mis amigos y espero continuar con los que se agregaron este año a la lista. Me gusta saber que tengo mucha gente que me aprecia, y que aprecio. Me gusta sonreir con ellos, pasarlo bien con ellos. Charlar con ellos. Saber que ahí estamos a la distancia de un click.
A lo mejor no son las promesas que uno espera, no quiero dinero, ni un auto, ni un guardarropa. Quiero mi café en la mañana, mi chai en la tarde, mis hijos, mi esposo, mis gatos, mi perro. Quiero mi casa y mi rincón. Quiero el sol en la mañana y el fresco por la tarde. La lluvia en el verano; quiero sentir el frío en invierno. Quiero salidas en familia y yo sola. Quiero momento inolvidables guardados en una foro o en mi memoria. Quiero reir a carcajadas y llorar como desconsolada. 
Quiero abrazar con el alma, quiero una mano cálida, Quiero cumpleaños con quienes se acuerden de mi, Quiero veladas con canciones, quiero amigos entrañables, Quiero una vida sin tanta complicación y protocolo. Quiero siempre ser yo. Quiero un 2016 que pueda vivir y recordar. 
Es hora de que cada uno haga lo propio. Ver si se cumplieron las promesas de año nuevo, hacer el balance anual y preparar las promesas para el nuevo año. Es tiempo de darnos cuenta de que un año más se nos va; otro calendario se agotó. 
Les deseo un buen fin de año, que lo compartan y disfruten. Y que el inicio del 2016 les llegue con esperanza, fe, confianza, nuevos planes, con gran actitud, que se den las oportunidades que no se dieron este año y que logren sus metas.
Yo no voy a decir 2016 sorpréndeme, yo voy a decir 2016 Sorpréndete ahí voy!