martes, 27 de marzo de 2012

Cómo se relaja una mujer? Válgame, es como preguntar cuantos colores hay en una puesta sol o la forma que toman las nubes. De las variadas formas que tenemos de relajarnos lo importante es dejar de pensar, dejar de preocuparnos por un momento de las 30 cosas por realizar en el día, las 250 de la semana o las chorrocientas mil del mes.
A veces basta una simple taza de té, refresco, café; sentarnos en la sala, cocina, jardín o el rinconcito de la casa que más nos agrade. Cerrar los ojos, oler, sentir, respirar... solo eso para transportarnos en ese mundo, paisaje, momento de nuestra vida que nos brinde felicidad, paz.
Otras veces con hojear una revista (ese hecho crean o no, no nos quita puntos en el coeficiente intelectual, aunque hay hombres que así lo creen), y si es de esas llamadas elegantemente "del corazón" siendo en realidad de chismes de artistas; lo que nos relaja. Más de una critica a las que aparecen ahí "Pura cirugía en esta, botox en la otra, robamaridos, mal actriz, ¿a poco canta?, demasiado maquillada, demasiado fachosa, ¿pero qué necesidad de andar tan entallada y escotada?" Si, esas críticas aunque nos vean estresadas y volteando la cara nos dan una tranquilidad....
Y que decir de salir con las amigas, un café, un desayuno, no importa el lugar, lo que interesa es el con quién. Tenemos siempre la amiga idónea para el estado de ánimo que nos ayude a regresar a casa como cascabeles. Haciendo que dejemos de lado por un momento nuestras preocupaciones.
No se olviden de las compras, o simplemente ir a un centro comercial, probarse un par de zapatos, revisar vestidos, blusas, pantalones, bolsas; imaginarnos vistiéndolos y seleccionando la ocasión perfecta para ello. No necesitamos comprarlos, sólo sentirlos en nosotras. ¿Por qué? Por la misma razón que un hombre se detiene a ver una auto deportivo a detalle, se sube en el, se imagina que va al volante, que cambia de velocidad, que rebasa, que va e una carretera, que toma una curva (algunos hasta el sonidito de motor hacen con frenadas, aceleradas y cambios de velocidad) Y si su motivo es válido, el de nosotras también: no tiene nada de malo.
Leer, bueno, para mi la lectura es realmente lo que hace desconectarme de todo. Tomo un libro y hasta que lo termino lo suelto, aún me imagino siendo alguno de los personajes; recreo en mi mente los paisajes; adelanto situaciones; desenredo tramas: me meto de lleno en lo que está escrito y me maravillo del estilo, de lo intrincado de las frases,  de la capacidad del autor de tenerme al borde del sillón hasta el final y con ganas de que no termine el libro o de que encuentre segunda, tercera parte...
Meterse un rato en el ciberespacio: face, messenger; cualquier modalidad de comunicación con el otro por medio de una computadora y del ya indispensable internet (algunas, como yo, traemos todo eso en el celular, así que nos conectamos y desconectamos donde sea y cuando sea. Adicción? No que va!!) Estar un rato conectadas y "lelear" sin ton ni son, bajando videos, música, chateando, revisando lo que los otros publican nos da un tiempo de "nada" simplemente porque no pensamos nada.
Caminar con el perro o sola, correr, ir al gym (sin estar más preocupada por bajar la llantita) o simplemente disfrutar una canción y destrozarla tratando de igualar al cantante; comer un helado; una rebanada de pastel lentamente dejando la cereza al final, sin preocuparse por las calorías; comer chocolates; ver una película lacrimógena o una comedia y reirse a carcajadas perduiendo toda compostura... son esos momentos en los que sentimos que el mundo se detiene, solo por nosotras y nos deja disfrutar plácidamente esa pausa en nuestro día.
Cada una tiene su método de relajación diario, semanal, quincenal, esos rituales sagrados que procuramos cada vez que sentimos que la vida nos rebasa; que pedimos esquina para respirar profundo. No son banalidades, no son locuras ni ocurrencias; son parte de nosotras, de nuestra "programación". Y qué delicia! Yo no veo a un hombre comiendo helado, bocado a bocado, saboreando la cuchara y chupándola con singular alegría. En tres parpadeos, el helado desaparece con ellos. O sentados disfrutando una taza de té; ni hablar de que vean una película romántica por gusto (nos acompañan si, pero ¿han visto la cara de martirio que ponen?) Cierto, ellos tienen "sus" modos de relajarse, válidos como los nuestros. Pero yo sigo disfrutando los míos... Gustan? Disfruto en este momento mi tacita de aromático y fuerte café...