jueves, 22 de marzo de 2012

La ventaja de tener la edad que tengo, es que conozco mi cuerpo más que bien. Hace años era una mortificación y todo un circo si tenía algún evento importante que requiriera vestido, zapatos, peinado, maquillaje, desde el momento de saber del compromiso, la misión era encontrar el outfit adecuado para el momento y era el peregrinar por plazas comerciales tiendas, internet, buscando el atuendo y accesorios perfectos para la ocasión.
E iba a las tiendas y me probaba vestido tras vestido, buscando el perfecto, el que me hiciera ver y sentir maravillosa. Sin saber exactamente que era lo que buscaba, qué estilo, qué color, qué tela.. nada, yo solo quería un vestido divino! Que cuando me lo pusiera, pasara lo mismo que cuando Harry Potter encontró la varita adecuada: todo se iluminó alrededor.
Y para eso tenía que ver todos los vestidos posibles, entallados, escotados, con lentejuela, de gasa, de seda, de encaje, corto, largo, de tirantes, con mangas, sin majgas...vestidos realmente lindos, pero cuando me los ponía no se veían tan lindos en mi cuerpo. Vamos no niego que al verlo me imaginaba con él puesto y me veía como supermodelo.
Pero ya parada frente al espejo, la realidad era diferente, o no se parecían a nada a un vestido, o no se le veía forma alguna, o no se "apreciaba" el bello trabajo realizado en la tela, o me aumentaban 15 años 20 kilos dos maridos y tres nietos... O estaban aquellos tan adornados que al verme me parecía más a una drag queen que a una mujer.... Más de un vestido me llenaba el ojo, pero no lo llenaba mi cuerpo, me sentía una Mónica Belluci y en realidad era Oliva la de Popeye...
Y regresaba a casa, cansada, desilusionada, de genio,"nada me queda bien" y en realidad no era así. El caso era que buscaba algo que no iba conmigo, ni con mi cuerpo, ni con mi estilo. Pero eso no era el problema en ese tiempo, "era yo" y entonces empezaba de nuvo la enumeración de defectos, de errores, la autoestima entonces tomaba su taladro y seguía su camino bajo tierra, buscando petróleo... Y envidiaba a aquellas que los vestidos les quedaban como mandados a hacer, todo un drama por un vestido, ¡un vestido!
Con el paso del tiempo he aprendido a ver mi cuerpo en base a los atributos y menos a sus defectos. Me enfoco a aquello que quiero destacar y no sólo con la ropa de gala, sino con la ropa de diario. Hoy en día años después, 3 embarazos (globos aerostático, por cierto) mi cuerpo ha cambiado bastante, si tomamos en cuenta que el día de mi boda medía 1.70y pesaba 45 kilos, hoy me veo bastante "repuesta" con algunos kilos de más; sigo delgada, pero las tallas son otras, además de que tengo más definido mi estilo de vestir. 
Hoy ya nome torturo andando de tienda en tienda ni probandome cuanto vestido se me aparece enfrente. Hoy conociendo mi cuerpo y mis virtudes físicas, me dedico más a resaltar eso, a sentirme cómoda y segura. Que cuando me veo en el espejo, veo esa luz en mi cara y esa sonrisa de "me gusto, me quiero y me veo guapísima!".
No se me han quitado mis defectos, pero  no me afectan hoy me llevo bien con ellos, estamos en una tregua permanente. Es mi único cuerpo  debo no sólo de aceptarlo, sino quererlo y cuidarlo para que me dure y si además lo adorno y presento de manera que se vea mucho mejor los resultados son maravillosos y salen a la luz, los demás se dan cuenta, yo me doy cuenta.
Ya no pretendo verme como artista o modelo, quiero verme como soy. Soy mi propio lienzo en blanco, mi propio modelo a seguir y la verdad, me gusta más lo que veo hoy en el espejo que lo que veía cuando era una jovencita, por qué? porque me quiero más hoy que cuando estaba en los tempranos veintes...