Bueno, el tiempo llegó. No hay plazo que no se cumpla ni fecha en el calendario que no llegue. Después de dos años de vivir en el DF me llegó el tiempo de partir. Tengo ya mi casa embutida en un montón de cajas; los recuerdos, la vida de este tiempo quedó reducida a eso.
Haciendo ayer un resumen de este tiempo acepto que vine a esta ciudad con miedos, dudas, recelos. Es la ciudad más grande del país y del mundo; más de 20 millones de almas viven, conviven y sobreviven en este lugar; este caos de vehículos, calles, edificios, vendedores ambulantes, puestos de comida, de fayuca que al pasar todos los días se hacen familiares sin dejarse de preguntar cómo es posible que esta ciudad no colapse. Vine a esta ciudad con el miedo de eso: de lo que en realidad no es.
Me voy con el corazón apachurrado, invadido de nostalgia, de recuerdos, de palabras, de abrazos. Me voy con el corazón dolido de decir adiós, de dejar cosas más importantes que un doble piso, una obra mal hecha, del caos de la semaforización. Dolido del adiós de un tiempo que se me entregó sólo para mí. De un tiempo de reflexión, de descubrimientos, de auto exploración, de reconstrucción personal.
Me voy con el corazón llorando por aquellas personas que me dieron sus sonrisas, sus abrazos que me abrieron su casa, su corazón, su vida. Esas personas que lentamente se entrometieron en mi vida sin aviso, pero de manera tan discreta y lenta, que cuando menos lo pensé ya eran parte de mi. Ese mensaje de saludo por la mañana,ese correo, ese recibimiento, esas visitas, esas charlas, esas salidas, esas reuniones. Terminan por convertirse en mi vida, en mi rutina.
Vine a esta ciudad sin ganas, sin la convicción de querer hacerlo. Me vine porque estoy convencida de que no me casé para estar sola y eso de tener la familia partida por dos años no me convencía en realidad, así que haciendo de tripas corazón y de recetarme diariamente discursos de autoconvencimiento de que estar aquí era lo mejor para mi familia, terminé convencida de esa estadía, de estas vacaciones laborales, de estos meses sabáticos.
Y hoy a dos días de mandar por fin la mudanza de regreso a casa me detengo a pensar: ¿a casa? el DF fue mi casa, lo hice mi casa, la decoración no es la perfecta ni la más acogedora; la música ambiental no es la más refinada, ni el aire el más selecto, los paisajes son de lo más variado y pintoresco. Pero si, el DF fue y sé que será mi casa cada que regrese; por la simple razón de que en esta ciudad aprendí a abrir mi mente y mi corazón sin condición, donde decidí crecer y madurar, donde aprendí a valorar lo que realmente importa, donde me deje de miedos absurdos y prejuicios infantiles; aquí aprendí a volar con mi propias alas, lejos de la comodidad de la familia y de lo conocido; fue aquí donde deje a mis hijos caminar sin la mirada constante de mis preocupaciones y de mi protección excesiva; donde vi a mis hijos florecer, crecer, soltarse...
Fue aquí en el DF, donde me encontré, donde me valoré, donde se puso a prueba día a día mi fortaleza, mi convicción, mi fe, mi religión, mi lealtad. Fue aquí donde se me mostraron los amigos entrañables y más que maravillosos de Guadalajara, donde se me dieron personas valiosas que hicieron mi estadía inolvidable.
Si, el DF es también mi casa. Dos años bastaron para decir me gustó estar aquí y me duele la partida, me duele cada caja empacada, cada recuerdo guardado, cada risa, cada lágrima. El DF también es mi casa, porque aquí dejo un pedazo de mi corazón, lo dejo no en la casa que habité, o le parque que recorrí; lo dejo en las personas que me encontré, en los momentos que compartí, en la vida que con ellos viví, en el recorrido que juntos caminamos.
Es increíble como Dios, la vida, los planetas, el clima, lo que sea; pone las cosas de tal manera que al final salimos ganando; es increíble como cruza caminos, destinos, vidas para el bien de uno mismo. Su modo de actuar es misterioso y nada ortodoxo; al final del día y del ciclo es cuando nos damos cuenta de que todo tuvo una razón y fue para bien.
En este momento de pausa de la empacada, de la locura que implica una mudanza agradezco a Dios esta aventura maravillosa, me mudo de ciudad, regreso a mi origen a lugar donde comparto raíces y cariño. Regreso a mi otra casa, con tristeza y pesar, eso sí, con la esperanza y la tranquilidad de que en el DF tengo otra familia, tengo otra casa, de que aquí mi vida continúa....
Gracias por estos dos años, gracias por todo. Dios los bendiga
viernes, 20 de julio de 2012
lunes, 11 de junio de 2012
En estos días que he estado de mudanza, y al abrir la puerta de mi clóset para iniciar la empacada de mis pertenencias, me llevé el susto de mi vida: han salido una cantidad de cajas que no esperaba. Ropa, zapatos, bolsos, perfumes, accesorios... en ese momento me puse a pensar si es necesario todo ese ajuar para una mujer que está cada día más cerca de los 40.
Y entonces decidí hacer una especie de investigación de campo, así que me fui a una plaza comercial, me compre un té y me senté frente a una tienda de ropa femenina. Simplemente a observar a las mujeres que a esa hora entraban al lugar. Por la hora, (en la mañana) la mayor parte eran mujeres mayores de 30 años y pude atestiguar que de cada 3 que entraban una salía con una bolsa de compras.
Después de una hora de observación entré a la tienda a ver si podía entablar algún tipo de conversación con las clientas. Así que decidida y tratando de mantener mi mejor sonrisa y mejor trato me acerqué a una mujer que revisaba atentamente unos pantalones (si, me gustaron, me imaginé con ellos y luego desperté de mi ilusión, no iba a comprar ropa) Le saqué conversación y en unos minutos ya estaba compartiendo tips de belleza, sus pasiones, sus mañas, sus pasión por la ropa.
Cerca de nosotras estaban otras mujeres quienes también comentaron acerca de sus gustos y de sus preferencias de ropa y calzado. Me llamaba la atención el ver que traían en una mano tres o cuatro ganchos con ropa y buscaban más. ¿Es necesario tener un clóset repleto de cosas de vestir? Si!!! la respuesta fue tajante.
Una mujer que se precie de serlo debe de tener una amplia gama de estilos, de diseños, de colores, de medidas de tacones para su arreglo diario. Parte de la coquetería, parte del misterio femenino, parte del glamour. El estrés cada mañana cuando se abre el clóset para ver que me voy a poner es parte del show. Ese estrés se va desvaneciendo conforme encontramos lo adecuado para ese día, de acuerdo a nuestras actividades, estado de ánimo, tiempo...
Recordemos que de niñas nos ponían el vestido mas amplio, con encajes, listones y lazos. Los combinaban con los adornos en la cabeza, las calcetas, el zapato o en su caso las sandalias. Desde pequeñas nos enseñan a las mujeres a cuidar nuestro arreglo personal, a ser pulcras, a combinar texturas, colores, peinados y accesorios.
No nos extrañemos de que esas enseñanzas perduren a lo largo de nuestra vida, sólo que entre más grandes nuestras actividades se multiplican. Ya no es sólo casa, colegio deportes o clases especiales por la tarde. Ya es escuela, trabajo, salidas con amigos, novio, compromisos sociales... Lo que hace que nuestro guardarropa aumente de manera considerable. Cuando estábamos en la etapa de los 15 casi todos los fines de semana eran las fiestas de las compañeras, primas, hijas de los amigos de nuestros padres. Y era la compradera o las visitas a la modista para encargar vestidos como si fueran palomitas de maíz...
Y qué tal en la prepa? las fiestas, las llegadas de los amigos a los 18 con tremendo festejo y todas las graduaciones hasta terminar la universidad (se gradúa el hermano de mi mejor amiga, el primo, el vecino, pasé el examen de manejo, de la vista...) por lo que se necesitaba una colección de atuendos propios para tan gloriosas ocasiones. Y después obviamente, las bodas, bautizos y demás... y así hasta el día de hoy.
Pero no sólo ropa de gala, también la ropa para el diario, para el trabajo. Eso hace que cada vez más necesitemos agregar un cajón, un metro de clóset, otro zapatero, otro entrepaño para las bolsas, otro mueble para los accesorios y así nuestra recámara se nos hace pequeña y empezamos la invasión de otros cuartos o espacios para nosotras.
Así que viendo la cantidad de cajas que han estado saliendo simplemente de mi clóset no me debo extrañar ni espantar. Sino sentir tranquila SOY MUJER y sí, necesitamos no un clóset, dos cuartos exclusivos para nuestras cosas, con cajoneras, espejos, espacios para bolsos, sombreros, chalinas, collares, pulseras, ropa. O ya de perdida que el marido no levante las cejas cuando abres tu lado del clóset que por extraña razón es el más grande; y levanta las cejas porque ahí no entra ni el aire; y te quedas mirando como niño perdido la cantidad de tela ahí colgada y sueltas la clásica e importante pregunta filosófica de toda mujer en sus cabales: "¿Qué me pongo?" seguido del lamento cual tragedia griega: "No tengo nada qué ponerme!".
Somos mujeres y está en nuestra esencia, o al menos en la mayoría de nosotras. Así que dejaré de quejarme por la cantidad de triques y trapos por empacar y desempacar. Y recordaré que así es nuestra parte femenina cada que me pare frente al caos roperil o frente al espejo para darle una última mirada a mi aspecto y despedirme con un guiño y una sonrisa de satisfacción en mi rostro....
Y entonces decidí hacer una especie de investigación de campo, así que me fui a una plaza comercial, me compre un té y me senté frente a una tienda de ropa femenina. Simplemente a observar a las mujeres que a esa hora entraban al lugar. Por la hora, (en la mañana) la mayor parte eran mujeres mayores de 30 años y pude atestiguar que de cada 3 que entraban una salía con una bolsa de compras.
Después de una hora de observación entré a la tienda a ver si podía entablar algún tipo de conversación con las clientas. Así que decidida y tratando de mantener mi mejor sonrisa y mejor trato me acerqué a una mujer que revisaba atentamente unos pantalones (si, me gustaron, me imaginé con ellos y luego desperté de mi ilusión, no iba a comprar ropa) Le saqué conversación y en unos minutos ya estaba compartiendo tips de belleza, sus pasiones, sus mañas, sus pasión por la ropa.
Cerca de nosotras estaban otras mujeres quienes también comentaron acerca de sus gustos y de sus preferencias de ropa y calzado. Me llamaba la atención el ver que traían en una mano tres o cuatro ganchos con ropa y buscaban más. ¿Es necesario tener un clóset repleto de cosas de vestir? Si!!! la respuesta fue tajante.
Una mujer que se precie de serlo debe de tener una amplia gama de estilos, de diseños, de colores, de medidas de tacones para su arreglo diario. Parte de la coquetería, parte del misterio femenino, parte del glamour. El estrés cada mañana cuando se abre el clóset para ver que me voy a poner es parte del show. Ese estrés se va desvaneciendo conforme encontramos lo adecuado para ese día, de acuerdo a nuestras actividades, estado de ánimo, tiempo...
Recordemos que de niñas nos ponían el vestido mas amplio, con encajes, listones y lazos. Los combinaban con los adornos en la cabeza, las calcetas, el zapato o en su caso las sandalias. Desde pequeñas nos enseñan a las mujeres a cuidar nuestro arreglo personal, a ser pulcras, a combinar texturas, colores, peinados y accesorios.
No nos extrañemos de que esas enseñanzas perduren a lo largo de nuestra vida, sólo que entre más grandes nuestras actividades se multiplican. Ya no es sólo casa, colegio deportes o clases especiales por la tarde. Ya es escuela, trabajo, salidas con amigos, novio, compromisos sociales... Lo que hace que nuestro guardarropa aumente de manera considerable. Cuando estábamos en la etapa de los 15 casi todos los fines de semana eran las fiestas de las compañeras, primas, hijas de los amigos de nuestros padres. Y era la compradera o las visitas a la modista para encargar vestidos como si fueran palomitas de maíz...
Y qué tal en la prepa? las fiestas, las llegadas de los amigos a los 18 con tremendo festejo y todas las graduaciones hasta terminar la universidad (se gradúa el hermano de mi mejor amiga, el primo, el vecino, pasé el examen de manejo, de la vista...) por lo que se necesitaba una colección de atuendos propios para tan gloriosas ocasiones. Y después obviamente, las bodas, bautizos y demás... y así hasta el día de hoy.
Pero no sólo ropa de gala, también la ropa para el diario, para el trabajo. Eso hace que cada vez más necesitemos agregar un cajón, un metro de clóset, otro zapatero, otro entrepaño para las bolsas, otro mueble para los accesorios y así nuestra recámara se nos hace pequeña y empezamos la invasión de otros cuartos o espacios para nosotras.
Así que viendo la cantidad de cajas que han estado saliendo simplemente de mi clóset no me debo extrañar ni espantar. Sino sentir tranquila SOY MUJER y sí, necesitamos no un clóset, dos cuartos exclusivos para nuestras cosas, con cajoneras, espejos, espacios para bolsos, sombreros, chalinas, collares, pulseras, ropa. O ya de perdida que el marido no levante las cejas cuando abres tu lado del clóset que por extraña razón es el más grande; y levanta las cejas porque ahí no entra ni el aire; y te quedas mirando como niño perdido la cantidad de tela ahí colgada y sueltas la clásica e importante pregunta filosófica de toda mujer en sus cabales: "¿Qué me pongo?" seguido del lamento cual tragedia griega: "No tengo nada qué ponerme!".
Somos mujeres y está en nuestra esencia, o al menos en la mayoría de nosotras. Así que dejaré de quejarme por la cantidad de triques y trapos por empacar y desempacar. Y recordaré que así es nuestra parte femenina cada que me pare frente al caos roperil o frente al espejo para darle una última mirada a mi aspecto y despedirme con un guiño y una sonrisa de satisfacción en mi rostro....
martes, 8 de mayo de 2012
Pensar en este 10 de mayo
Se acerca ya el 10 de mayo, y los comerciales alusivos a los regalos para mamá ya están en su apogeo desde hace un mes. El bombardeo de las tiendas departamentales, supermercados, centros comerciales, concesionarias, es increíble; todos tienen el regalo perfecto, el de sus sueños, lo que ella siempre ha deseado...
Digo, yo nunca he sabido de alguna encuesta a las madres en las que enumeremos los regalos que quisiéramos para ese día. Pero por arte de magia, ellos lo saben y mucho antes que nosotras.
Que la lavadora; la licuadora; los juegos de sartenes, de cubiertos, de vasos; la cafetera; el microondas; la aspiradora; la sala; la pantalla LED; el comedor. Todo eso y más deseamos las mamás que nos regalen el 10 de mayo. En serio?
No creo que las amas de casa deseen que en el día de las madres les recuerden sus obligaciones con algún electrodoméstico que al final de cuentas será para toda la familia. O solo nosotras tenemos el derecho de lavar nuestra ropa en la lavadora? la de los demás se lava como? en la tintorería? en el lavadero? Y la estufa? La comida que se prepara ahí es exclusiva para la mamá? sólo se plancha la ropa de una? No!!! los electrodomésticos son para toda la familia.. ahh pero se espera obviamente que sean utilizados por las abnegadas madrecitas para atender a su querida familia.
Así somos los mexicanos, quiero a mi madre con el alma, pero si ella me quiere, me tiene que atender a cuerpo de rey, y para eso, le regalamos los "ayudantes" en su labor sagrada de ser la más querida de la familia.
Aparte del regalito maravilloso, esperamos, claro que lo estrene el 10 de mayo con todos los honores. Y más cuando la ubicación permanente es la cocina: tiene que preparar una banquete digno de ella, y esmerarse porque para gusto de la festejada, viene toda la familia a festejar a las mamás: la suegra, las cuñadas, las nueras, las hermanas.... Y hay que presumir el regalazo, pero sobre todo hacer que las invitadas se sientan reinas ese día; SU día!! Válgame!!
Y ahí tienen a la pobre mujer desmañanada (tuvo que levantarse más temprano porque era el festival del colegio y hay que asistir arreglada, y preparar a los hijos que van a participar: maquillarlos, vestirlos, peinarlos, prepararles el desayuno y llevarlos al cole a festejarse) y saliendo de ahí con la prole (porque terminando el festival hay que llevarse a sus hijos, ya que las maestras también son mamás y tienen el derecho de festejarse) a comprar lo necesario para el banquete, la botana, la cerveza, el vino, el hielo... Llegar a la casa, hacer que los retoños se cambien, desmaquillarlos, quitarles el disfraz, el peinado; preparar la botana, la comida, el postre; revisar que la casa esté en orden, acomodar el lugar donde se van a servir, sacar la vajilla o los desechables, el caso es que tiene que dejar todo listo para cuando lleguen los invitados y demás festejadas.
Pero ahí no termina la cosa, hay que atender a la mamá, a la suegra, a cuanta madrecita esté en su casa, porque es su día y andar dando vueltas, cuidando que los niños no destrocen la casa, que coman, que los señores tengan hielo, refrescos y vino suficiente... Presumir una y otra vez el regalo, remarcar su gran utilidad para elaborar el agasajo maternal; sonreír todo el día, despedir a los invitados con suma amabilidad y recoger todo el desorden que se hizo en su honor... Ah y el comentario final de "mi mamá se sintió festejada y mis hermanas muy contentas, te quedó bien todo, a ver cuando lo repetimos"... Sí jefe! cuándo quiera! Y la festejada de la casa?
Alguna vez se han puesto realmente a pensar en que le gustaría a su mamá para el 10 de mayo? no piensen en ustedes o en un beneficio a corto y mediano plazo. Piensen en ella, sólo en ella. Qué les ha dado? Qué se merece? si tanto se mortifican porque tenga ayuda en las labores del hogar, se pueden poner a redecorarle la casa en cualquier momento. Por qué esperar a que sea 10 de mayo para recalcarle a la madre su lugar? "Si mami, te quiero mucho y te valoro como no tienes idea, te compré esta plancha de vapor porque con la otra no me dejas bien mi ropa" "Eres increíble mamá, te debo lo que soy y por eso te regalo este extractor para que me hagas mis jugos super nutritivos todos los días!"
En serio valoramos a mamá? o sólo la vemos como nuestra facilitadora de vida, como el elemento mágico en la casa: se acaba el jamón en la mañana y cuando regresas por la tarde de nuevo hay; la ropa que dejas sucia en el bote aparece lavada, planchada y doblada en los cajones, no importa la hora siempre está afuera esperándote; cuando bajas en la mañana hay en la mesa un licuado, café, fruta para ti...
En nuestro cumpleaños no nos regala un cepillo o un bote de basura... nos regala lo que nos gusta, lo que usaremos sólo nosotros; siempre busca sorprendernos, darnos gusto, hace que nos sintamos especiales y únicos. Sin embargo, el 10 de mayo la mamá se convierte en una más de los millones que hay y le compramos el regalo fabricado en serie y multipublicitado por los medios haciéndonos creer que ESE es el regalo ideal para la madre ideal... "Para la mujer que te dio la vida, la nueva lavadora ecológica" "dale a tu madre un poco de lo mucho que te da, dale la nueva licuadora y tostadora" y ahí van a comprarlos en masa para la mujer que se supone es única.
Por qué no ser originales? diferentes? Qué le gustaría? descansar? consentirse? sentirse más que querida? Cómo lograrlo? si la ves cansada, déjala que duerma, mándala a que le hagan un masaje, un nuevo tinte, un nuevo corte de pelo. Que quiere atracarse de chocolates, regalale sus chocolates. Quiere despejarse, unas entradas al teatro, al cine y que incluyan una comida o cena en su restaurante favorito; llena su casa de sus flores favoritas; regalale ese gustito que ha pospuesto por años; que no quiere salir; déjale la televisión, prepárale de comer; quiere ese día estar en cama? adelante que vea las películas de antaño; su programa favorito; que lea.
Se supone que el 10 de mayo es EL día de la madre, entonces que sea ella la que diga que es lo que quiere. No necesita que una empresa le diga sus deseos o necesidades y si nosotros la conocemos tan bien como decimos, no debería ser difícil entenderla y encontrar el regalo perfecto para ella.
El amor, el respeto que nos merece se verá reflejado en lo que hagamos por ella ese día y siempre; en qué tanto le buscamos, le pensamos, le imaginamos para su festejo; para su día. Si es en realidad única, insustituible, maravillosa, genial, así debemos ser con ella. Aprendamos a valorar su esencia, sus manos, su risa, su cariño, su mirada, su aliento, su valor, su entrega, su don. Reconsideremos lo que significa ser madre, para los medios es sinónimo de ama de casa, cocinera, costurera, chofer, nutrióloga, modista. Pero es mucho más que eso: es una caricia, un beso, un susurro, es aire fresco, es calidez, es hogar, es espontaneidad, es energía, es fuerza, es refugio, es seguridad...
Y ahora, qué le vas a regalar a tu mamá?
Digo, yo nunca he sabido de alguna encuesta a las madres en las que enumeremos los regalos que quisiéramos para ese día. Pero por arte de magia, ellos lo saben y mucho antes que nosotras.
Que la lavadora; la licuadora; los juegos de sartenes, de cubiertos, de vasos; la cafetera; el microondas; la aspiradora; la sala; la pantalla LED; el comedor. Todo eso y más deseamos las mamás que nos regalen el 10 de mayo. En serio?
No creo que las amas de casa deseen que en el día de las madres les recuerden sus obligaciones con algún electrodoméstico que al final de cuentas será para toda la familia. O solo nosotras tenemos el derecho de lavar nuestra ropa en la lavadora? la de los demás se lava como? en la tintorería? en el lavadero? Y la estufa? La comida que se prepara ahí es exclusiva para la mamá? sólo se plancha la ropa de una? No!!! los electrodomésticos son para toda la familia.. ahh pero se espera obviamente que sean utilizados por las abnegadas madrecitas para atender a su querida familia.
Así somos los mexicanos, quiero a mi madre con el alma, pero si ella me quiere, me tiene que atender a cuerpo de rey, y para eso, le regalamos los "ayudantes" en su labor sagrada de ser la más querida de la familia.
Aparte del regalito maravilloso, esperamos, claro que lo estrene el 10 de mayo con todos los honores. Y más cuando la ubicación permanente es la cocina: tiene que preparar una banquete digno de ella, y esmerarse porque para gusto de la festejada, viene toda la familia a festejar a las mamás: la suegra, las cuñadas, las nueras, las hermanas.... Y hay que presumir el regalazo, pero sobre todo hacer que las invitadas se sientan reinas ese día; SU día!! Válgame!!
Y ahí tienen a la pobre mujer desmañanada (tuvo que levantarse más temprano porque era el festival del colegio y hay que asistir arreglada, y preparar a los hijos que van a participar: maquillarlos, vestirlos, peinarlos, prepararles el desayuno y llevarlos al cole a festejarse) y saliendo de ahí con la prole (porque terminando el festival hay que llevarse a sus hijos, ya que las maestras también son mamás y tienen el derecho de festejarse) a comprar lo necesario para el banquete, la botana, la cerveza, el vino, el hielo... Llegar a la casa, hacer que los retoños se cambien, desmaquillarlos, quitarles el disfraz, el peinado; preparar la botana, la comida, el postre; revisar que la casa esté en orden, acomodar el lugar donde se van a servir, sacar la vajilla o los desechables, el caso es que tiene que dejar todo listo para cuando lleguen los invitados y demás festejadas.
Pero ahí no termina la cosa, hay que atender a la mamá, a la suegra, a cuanta madrecita esté en su casa, porque es su día y andar dando vueltas, cuidando que los niños no destrocen la casa, que coman, que los señores tengan hielo, refrescos y vino suficiente... Presumir una y otra vez el regalo, remarcar su gran utilidad para elaborar el agasajo maternal; sonreír todo el día, despedir a los invitados con suma amabilidad y recoger todo el desorden que se hizo en su honor... Ah y el comentario final de "mi mamá se sintió festejada y mis hermanas muy contentas, te quedó bien todo, a ver cuando lo repetimos"... Sí jefe! cuándo quiera! Y la festejada de la casa?
Alguna vez se han puesto realmente a pensar en que le gustaría a su mamá para el 10 de mayo? no piensen en ustedes o en un beneficio a corto y mediano plazo. Piensen en ella, sólo en ella. Qué les ha dado? Qué se merece? si tanto se mortifican porque tenga ayuda en las labores del hogar, se pueden poner a redecorarle la casa en cualquier momento. Por qué esperar a que sea 10 de mayo para recalcarle a la madre su lugar? "Si mami, te quiero mucho y te valoro como no tienes idea, te compré esta plancha de vapor porque con la otra no me dejas bien mi ropa" "Eres increíble mamá, te debo lo que soy y por eso te regalo este extractor para que me hagas mis jugos super nutritivos todos los días!"
En serio valoramos a mamá? o sólo la vemos como nuestra facilitadora de vida, como el elemento mágico en la casa: se acaba el jamón en la mañana y cuando regresas por la tarde de nuevo hay; la ropa que dejas sucia en el bote aparece lavada, planchada y doblada en los cajones, no importa la hora siempre está afuera esperándote; cuando bajas en la mañana hay en la mesa un licuado, café, fruta para ti...
En nuestro cumpleaños no nos regala un cepillo o un bote de basura... nos regala lo que nos gusta, lo que usaremos sólo nosotros; siempre busca sorprendernos, darnos gusto, hace que nos sintamos especiales y únicos. Sin embargo, el 10 de mayo la mamá se convierte en una más de los millones que hay y le compramos el regalo fabricado en serie y multipublicitado por los medios haciéndonos creer que ESE es el regalo ideal para la madre ideal... "Para la mujer que te dio la vida, la nueva lavadora ecológica" "dale a tu madre un poco de lo mucho que te da, dale la nueva licuadora y tostadora" y ahí van a comprarlos en masa para la mujer que se supone es única.
Por qué no ser originales? diferentes? Qué le gustaría? descansar? consentirse? sentirse más que querida? Cómo lograrlo? si la ves cansada, déjala que duerma, mándala a que le hagan un masaje, un nuevo tinte, un nuevo corte de pelo. Que quiere atracarse de chocolates, regalale sus chocolates. Quiere despejarse, unas entradas al teatro, al cine y que incluyan una comida o cena en su restaurante favorito; llena su casa de sus flores favoritas; regalale ese gustito que ha pospuesto por años; que no quiere salir; déjale la televisión, prepárale de comer; quiere ese día estar en cama? adelante que vea las películas de antaño; su programa favorito; que lea.
Se supone que el 10 de mayo es EL día de la madre, entonces que sea ella la que diga que es lo que quiere. No necesita que una empresa le diga sus deseos o necesidades y si nosotros la conocemos tan bien como decimos, no debería ser difícil entenderla y encontrar el regalo perfecto para ella.
El amor, el respeto que nos merece se verá reflejado en lo que hagamos por ella ese día y siempre; en qué tanto le buscamos, le pensamos, le imaginamos para su festejo; para su día. Si es en realidad única, insustituible, maravillosa, genial, así debemos ser con ella. Aprendamos a valorar su esencia, sus manos, su risa, su cariño, su mirada, su aliento, su valor, su entrega, su don. Reconsideremos lo que significa ser madre, para los medios es sinónimo de ama de casa, cocinera, costurera, chofer, nutrióloga, modista. Pero es mucho más que eso: es una caricia, un beso, un susurro, es aire fresco, es calidez, es hogar, es espontaneidad, es energía, es fuerza, es refugio, es seguridad...
Y ahora, qué le vas a regalar a tu mamá?
martes, 17 de abril de 2012
De edades y otras lozanias
Me encanta ver a una mujer madura, de la tercera edad (de niña se les llamaba ancianas) por las mañanas enfundada en ropa deportiva y caminando por el parque con una energía más que envidiable. Observarla, con las arrugas en sus manos, en su cuello, en su cara, eso sí, con unos elegantes lentes oscuros y el cabello perfectamente teñido, será su tono original o lo habrá modificado con el tiempo?
Y ver a aquellas mujeres madres ya de universitarios o abuelas, maquilladas, con ropa menos severas, con pulseras, collares, mascadas, el zapato de tacón, con el glamour en pleno; demostrando que la edad no es un condicionante de dejar la coquetería de los años mozos.
Recuerdo a mi abuela, a las abuelas de mi niñez, con faldas muy por debajo de la rodilla, medias opacas, zapatos cerrados, chatos, como de monjita, blusas de manga larga con bordados, encajes, lazos, el cabello mostrando las canas, llevado corto o recogido; con poco o nada de maquillaje; la estampa ideal de la abuela canosa, con lentes, frágil, sentada en un sillón, con una manta sobre las piernas, tejiendo o bordando y la mascota a sus pies (toma el llavero abuelita....)
De igual manera, las mujeres de "cierta edad" digamos pasando los 45; tenían un mismo look, demasiado "aseñorado", serio; ese era l reflejo de la idea de mujer respetable; como si el hecho de cuidar la imagen era mal visto, el arreglo era por demás conservador...
Hoy en día la mujer de más de 50 grita al mundo que es joven, que es bella, que es coqueta, que se gusta al verse en el espejo y por lo tanto, su arreglo es más juvenil. Mujeres entaconadas, con pulseras, anillos collares, mascadas, bolsos, teñidos y peinados perfectos. Mostrando con orgullo el paso del tiempo.
Son mujeres envidiables, se cuidan en muchos sentidos: su alimento, su descanso, su ejercicio. Buscan diversas maneras de ocupar su tiempo, ya no tienen que cuidar hijos, así que lo dedican a ellas, a su pareja, a sus amigas, a su familia... Disfrutan lo que las vida les dio.
Esas mujeres para mi son maravillosas. Soy afortunada en conocer varias madres y abuelas más que orgullosas. Mujeres que para mi son bastiones, ejemplo. Esposas e hijas de hombres ilustres, dedicadas a apoyarlos, cuidarlos, alentarlos; madres de un legado, de un nombre, de valores. Que aún hoy siguen dando ejemplo de vida, de estilo, de fe, de amor.
Me encana verlas en todo el esplendor que da su edad, su sabiduría, su caminar... Y honestamente, aunque me vea muy criticona me encanta verlas al lado de quienes luchan con todas sus fuerzas por evitar el paso del tiempo en su rostro, en su cuerpo. Mujeres que no se parecen a la imagen de su juventud. A fuerza de bisturí, de bótox, de colágeno, pretenden ser las mismas de hace 40 años. Pretenden verse más jóvenes y "conservadas" que sus hijas, que sus nietas!!!
Las comparaciones nunca han sido buenas, pero ver a dos mujeres de la misma edad, una mostrando su edad sin tapujos, las marcas que cada año, cada alegría, cada tristeza, cada lucha, cada victoria en si misma; al lado de una mujer que de tanto pasar por el quirófano se quedo con dos expresiones en su cara: ojos abiertos y ojos cerrados; todo por el temor de envejecer; de perder belleza.
Mujeres tan iguales y tan diferentes. Las que prefieren cuidarse de modos tradicionales, o con tratamientos no invasivos. Sólo por sentirse bien, esperando y aceptando el paso del tiempo con cada una de sus cargas y consecuencias físicas. Y por otro lado, aquellas que a toda costa y aprovechando los adelantos médicos, deciden retrasar el paso del tiempo en ellas, modificandose, invadiendose.
La fuente de la eterna juventud, que será? verse siempre de 30 a cómo dé lugar? o vivir cada momento y aceptar la acumulación de calendarios como la llegada de experiencia, sabiduría, estabilidad, de cosecha, y no de la decadencia o anulación social?
Reconozco que me cuesta trabajo aceptar esa acumulación de calendarios en mi vida. Pero acepto que me encantaría ser de esas mujeres que ríen a carcajadas, de la vida, de la muerte, de los años, de las canas. Me gustaría ser una abuelita fashion, arrugadita, con mi cabello teñido, collares, tacones, caminado todas las mañanas en compañía de mi perro; seguir escribiendo con la entrometida de mi gata; cocinar para mis nietos; sentarme en la terraza por la tarde con mi libro, mi té, mi marido; verme al espejo y pensar por enésima vez "mañana me plancho mis arrugas!!!" y reírme de ellas....
Creo que esa es la fuente de la eterna juventud: simplemente seguir viviendo y disfrutarlo todo.
Y ver a aquellas mujeres madres ya de universitarios o abuelas, maquilladas, con ropa menos severas, con pulseras, collares, mascadas, el zapato de tacón, con el glamour en pleno; demostrando que la edad no es un condicionante de dejar la coquetería de los años mozos.
Recuerdo a mi abuela, a las abuelas de mi niñez, con faldas muy por debajo de la rodilla, medias opacas, zapatos cerrados, chatos, como de monjita, blusas de manga larga con bordados, encajes, lazos, el cabello mostrando las canas, llevado corto o recogido; con poco o nada de maquillaje; la estampa ideal de la abuela canosa, con lentes, frágil, sentada en un sillón, con una manta sobre las piernas, tejiendo o bordando y la mascota a sus pies (toma el llavero abuelita....)
De igual manera, las mujeres de "cierta edad" digamos pasando los 45; tenían un mismo look, demasiado "aseñorado", serio; ese era l reflejo de la idea de mujer respetable; como si el hecho de cuidar la imagen era mal visto, el arreglo era por demás conservador...
Hoy en día la mujer de más de 50 grita al mundo que es joven, que es bella, que es coqueta, que se gusta al verse en el espejo y por lo tanto, su arreglo es más juvenil. Mujeres entaconadas, con pulseras, anillos collares, mascadas, bolsos, teñidos y peinados perfectos. Mostrando con orgullo el paso del tiempo.
Son mujeres envidiables, se cuidan en muchos sentidos: su alimento, su descanso, su ejercicio. Buscan diversas maneras de ocupar su tiempo, ya no tienen que cuidar hijos, así que lo dedican a ellas, a su pareja, a sus amigas, a su familia... Disfrutan lo que las vida les dio.
Esas mujeres para mi son maravillosas. Soy afortunada en conocer varias madres y abuelas más que orgullosas. Mujeres que para mi son bastiones, ejemplo. Esposas e hijas de hombres ilustres, dedicadas a apoyarlos, cuidarlos, alentarlos; madres de un legado, de un nombre, de valores. Que aún hoy siguen dando ejemplo de vida, de estilo, de fe, de amor.
Me encana verlas en todo el esplendor que da su edad, su sabiduría, su caminar... Y honestamente, aunque me vea muy criticona me encanta verlas al lado de quienes luchan con todas sus fuerzas por evitar el paso del tiempo en su rostro, en su cuerpo. Mujeres que no se parecen a la imagen de su juventud. A fuerza de bisturí, de bótox, de colágeno, pretenden ser las mismas de hace 40 años. Pretenden verse más jóvenes y "conservadas" que sus hijas, que sus nietas!!!
Las comparaciones nunca han sido buenas, pero ver a dos mujeres de la misma edad, una mostrando su edad sin tapujos, las marcas que cada año, cada alegría, cada tristeza, cada lucha, cada victoria en si misma; al lado de una mujer que de tanto pasar por el quirófano se quedo con dos expresiones en su cara: ojos abiertos y ojos cerrados; todo por el temor de envejecer; de perder belleza.
Mujeres tan iguales y tan diferentes. Las que prefieren cuidarse de modos tradicionales, o con tratamientos no invasivos. Sólo por sentirse bien, esperando y aceptando el paso del tiempo con cada una de sus cargas y consecuencias físicas. Y por otro lado, aquellas que a toda costa y aprovechando los adelantos médicos, deciden retrasar el paso del tiempo en ellas, modificandose, invadiendose.
La fuente de la eterna juventud, que será? verse siempre de 30 a cómo dé lugar? o vivir cada momento y aceptar la acumulación de calendarios como la llegada de experiencia, sabiduría, estabilidad, de cosecha, y no de la decadencia o anulación social?
Reconozco que me cuesta trabajo aceptar esa acumulación de calendarios en mi vida. Pero acepto que me encantaría ser de esas mujeres que ríen a carcajadas, de la vida, de la muerte, de los años, de las canas. Me gustaría ser una abuelita fashion, arrugadita, con mi cabello teñido, collares, tacones, caminado todas las mañanas en compañía de mi perro; seguir escribiendo con la entrometida de mi gata; cocinar para mis nietos; sentarme en la terraza por la tarde con mi libro, mi té, mi marido; verme al espejo y pensar por enésima vez "mañana me plancho mis arrugas!!!" y reírme de ellas....
Creo que esa es la fuente de la eterna juventud: simplemente seguir viviendo y disfrutarlo todo.
jueves, 29 de marzo de 2012
In memoriam
Hoy me levante con más nostalgia que de costumbre. El pecho más que oprimido, las emociones a flor de piel, las lágrimas de un facilón impresionante. Hoy me levante pensando en mi padre, sintiéndolo, extrañándolo, añorándolo. Son cuatro meses de su ausencia, de su partida, de ver ese vacío y esa falta de él que duele y golpea los sentidos.
Hoy me levante pensando el el padre que Dios me mandó aquí en la tierra y me mostrara humanamente su rostro divino. Me levanté recordando esa sonrisa fácil, esa mano cálida. Ese hombre que se envolvía en sus recuerdos, en sus memorias y las platicaba al mundo con ese gusto y esa pasión por la vida misma.
Hoy me levante con una plegaria en los labios: Padre, mío y Dios mío acompáñenme hoy en mi día, en mi camino. guíenme como de pequeña, de la mano y cuidando cada paso mío con amor, con recelo, con orgullo; denme la fuerza de aceptar un día más esa sombra, ese monstruo, ese velo, esa extraña y conocida que es la muerte; déjenme sentirlos en el aire en el sol, en la lluvia, en mis hijos, en mi reflejo en el espejo; háblenme por medio del amigo, del hermano, de mi madre...
Hoy me levanté con un dolor que no rechazo, con esa sensación de un día lluvioso en el que quedarse en casa a solas, en un rincón preferido de casa, con los recuerdos, las fotos como únicos compañeros hacia volar la memoria, la risa, las lágrimas; recordar los sueños, las palabras, los momentos.
Hoy me levante con unas ganas enormes de verte papá, de abrazarte, de besarte, de platicar como antes, de contarte mis locuras y ver como soltabas la carcajada ante las ocurrencias de tu hija; de sentarnos frente a la tele y ver un partido de béisbol, llevando el score, discutir sobre el equipo, el jugador, el pitcher, el bateador; de estar en el jardín sentados y ver como encendías tu cigarro y por enésima vez decirme que no te gustaba que yo te imitara, que no era buen ejemplo y que era tu peor defecto; de que me preguntes qué estoy leyendo, cuál es mi autor favorito en este momento y que te narre un pasaje de ese libro; de enfrascarnos en esos duelos acerca de política, religión, de mi modo peculiar de ver la vida, y el mundo; de mi modo de relacionarme con el otro y que me digas cuanto te sorprende mi carácter y filosofía, mi capacidad de reír y de ser yo misma.
Hoy me levanté con ganas de decirte que todo lo que te agrada de mi, es gracias a ti, es porque sigo tu ejemplo, tus consejos, porque me enseñaste con dedicación a amar, a ayudar, a sonreír, a ser fuerte. A luchar y a caminar sin importar lo difícil que sea. Que siempre hay algo mucho mejor a la vuelta del camino, detrás de un árbol, de una nube, de la lluvia, del sol... Que mis sueños son mi motor y mi guía, mi alma mis leyes, mi filosofía, mi fe mis valores y mi arraigo; mi sangre el agua que me nutre, fortalece y define.
Hoy me levanté papá con una tristeza pausada, adormecida, se metió en mi cuerpo por la noche con esa seguridad de que se apoderaría de cada parte de mi cuerpo y de mi alma; sin prisas, sabiendo de que era necesaria para poder sentarme y escribir.
Hoy me levanté con mil preguntas en la cabeza, con ganas de respuestas simplemente humanas, que a la mujer que soy y solo a ella la dejen satisfecha; dejar un poco la teología, la filosofía; solo el lenguaje humano para explicarme esa partida, tu partida.
Hoy me levanté susurrando tu nombre, mi nombre. Sintiéndome más tu hija, más parte de ti, más herencia tuya a esta tierra; desentrañando esa palabra, esas letras que encierran mi origen, mi raza, mi destino. Hoy papá me levante dando gracias a Dios por conocerte, por educarme, por quererme, por comprenderme; por dejarme ser esa niña loca y ocurrente; disparatada e impaciente; por darme las armas para vivir y reír; el consuelo de llorar; la memoria de ti; de tus enseñanzas y tus historias; por ser el hombre que creyó en mi desde el día que me vio y me amó hasta el día de hoy.
Hoy me levanté y lloré, y reí, y recordé que estabas aquí conmigo, en mi; y así seguirás mientras no me olvide no de tu cara o tu voz o tus manos, sino de que yo soy tu sangre, tu carne, tu orgullo, tu herencia... tu hija.
Hoy me levante pensando el el padre que Dios me mandó aquí en la tierra y me mostrara humanamente su rostro divino. Me levanté recordando esa sonrisa fácil, esa mano cálida. Ese hombre que se envolvía en sus recuerdos, en sus memorias y las platicaba al mundo con ese gusto y esa pasión por la vida misma.
Hoy me levante con una plegaria en los labios: Padre, mío y Dios mío acompáñenme hoy en mi día, en mi camino. guíenme como de pequeña, de la mano y cuidando cada paso mío con amor, con recelo, con orgullo; denme la fuerza de aceptar un día más esa sombra, ese monstruo, ese velo, esa extraña y conocida que es la muerte; déjenme sentirlos en el aire en el sol, en la lluvia, en mis hijos, en mi reflejo en el espejo; háblenme por medio del amigo, del hermano, de mi madre...
Hoy me levanté con un dolor que no rechazo, con esa sensación de un día lluvioso en el que quedarse en casa a solas, en un rincón preferido de casa, con los recuerdos, las fotos como únicos compañeros hacia volar la memoria, la risa, las lágrimas; recordar los sueños, las palabras, los momentos.
Hoy me levante con unas ganas enormes de verte papá, de abrazarte, de besarte, de platicar como antes, de contarte mis locuras y ver como soltabas la carcajada ante las ocurrencias de tu hija; de sentarnos frente a la tele y ver un partido de béisbol, llevando el score, discutir sobre el equipo, el jugador, el pitcher, el bateador; de estar en el jardín sentados y ver como encendías tu cigarro y por enésima vez decirme que no te gustaba que yo te imitara, que no era buen ejemplo y que era tu peor defecto; de que me preguntes qué estoy leyendo, cuál es mi autor favorito en este momento y que te narre un pasaje de ese libro; de enfrascarnos en esos duelos acerca de política, religión, de mi modo peculiar de ver la vida, y el mundo; de mi modo de relacionarme con el otro y que me digas cuanto te sorprende mi carácter y filosofía, mi capacidad de reír y de ser yo misma.
Hoy me levanté con ganas de decirte que todo lo que te agrada de mi, es gracias a ti, es porque sigo tu ejemplo, tus consejos, porque me enseñaste con dedicación a amar, a ayudar, a sonreír, a ser fuerte. A luchar y a caminar sin importar lo difícil que sea. Que siempre hay algo mucho mejor a la vuelta del camino, detrás de un árbol, de una nube, de la lluvia, del sol... Que mis sueños son mi motor y mi guía, mi alma mis leyes, mi filosofía, mi fe mis valores y mi arraigo; mi sangre el agua que me nutre, fortalece y define.
Hoy me levanté papá con una tristeza pausada, adormecida, se metió en mi cuerpo por la noche con esa seguridad de que se apoderaría de cada parte de mi cuerpo y de mi alma; sin prisas, sabiendo de que era necesaria para poder sentarme y escribir.
Hoy me levanté con mil preguntas en la cabeza, con ganas de respuestas simplemente humanas, que a la mujer que soy y solo a ella la dejen satisfecha; dejar un poco la teología, la filosofía; solo el lenguaje humano para explicarme esa partida, tu partida.
Hoy me levanté susurrando tu nombre, mi nombre. Sintiéndome más tu hija, más parte de ti, más herencia tuya a esta tierra; desentrañando esa palabra, esas letras que encierran mi origen, mi raza, mi destino. Hoy papá me levante dando gracias a Dios por conocerte, por educarme, por quererme, por comprenderme; por dejarme ser esa niña loca y ocurrente; disparatada e impaciente; por darme las armas para vivir y reír; el consuelo de llorar; la memoria de ti; de tus enseñanzas y tus historias; por ser el hombre que creyó en mi desde el día que me vio y me amó hasta el día de hoy.
Hoy me levanté y lloré, y reí, y recordé que estabas aquí conmigo, en mi; y así seguirás mientras no me olvide no de tu cara o tu voz o tus manos, sino de que yo soy tu sangre, tu carne, tu orgullo, tu herencia... tu hija.
martes, 27 de marzo de 2012
Cómo se relaja una mujer? Válgame, es como preguntar cuantos colores hay en una puesta sol o la forma que toman las nubes. De las variadas formas que tenemos de relajarnos lo importante es dejar de pensar, dejar de preocuparnos por un momento de las 30 cosas por realizar en el día, las 250 de la semana o las chorrocientas mil del mes.
A veces basta una simple taza de té, refresco, café; sentarnos en la sala, cocina, jardín o el rinconcito de la casa que más nos agrade. Cerrar los ojos, oler, sentir, respirar... solo eso para transportarnos en ese mundo, paisaje, momento de nuestra vida que nos brinde felicidad, paz.
Otras veces con hojear una revista (ese hecho crean o no, no nos quita puntos en el coeficiente intelectual, aunque hay hombres que así lo creen), y si es de esas llamadas elegantemente "del corazón" siendo en realidad de chismes de artistas; lo que nos relaja. Más de una critica a las que aparecen ahí "Pura cirugía en esta, botox en la otra, robamaridos, mal actriz, ¿a poco canta?, demasiado maquillada, demasiado fachosa, ¿pero qué necesidad de andar tan entallada y escotada?" Si, esas críticas aunque nos vean estresadas y volteando la cara nos dan una tranquilidad....
Y que decir de salir con las amigas, un café, un desayuno, no importa el lugar, lo que interesa es el con quién. Tenemos siempre la amiga idónea para el estado de ánimo que nos ayude a regresar a casa como cascabeles. Haciendo que dejemos de lado por un momento nuestras preocupaciones.
No se olviden de las compras, o simplemente ir a un centro comercial, probarse un par de zapatos, revisar vestidos, blusas, pantalones, bolsas; imaginarnos vistiéndolos y seleccionando la ocasión perfecta para ello. No necesitamos comprarlos, sólo sentirlos en nosotras. ¿Por qué? Por la misma razón que un hombre se detiene a ver una auto deportivo a detalle, se sube en el, se imagina que va al volante, que cambia de velocidad, que rebasa, que va e una carretera, que toma una curva (algunos hasta el sonidito de motor hacen con frenadas, aceleradas y cambios de velocidad) Y si su motivo es válido, el de nosotras también: no tiene nada de malo.
Leer, bueno, para mi la lectura es realmente lo que hace desconectarme de todo. Tomo un libro y hasta que lo termino lo suelto, aún me imagino siendo alguno de los personajes; recreo en mi mente los paisajes; adelanto situaciones; desenredo tramas: me meto de lleno en lo que está escrito y me maravillo del estilo, de lo intrincado de las frases, de la capacidad del autor de tenerme al borde del sillón hasta el final y con ganas de que no termine el libro o de que encuentre segunda, tercera parte...
Meterse un rato en el ciberespacio: face, messenger; cualquier modalidad de comunicación con el otro por medio de una computadora y del ya indispensable internet (algunas, como yo, traemos todo eso en el celular, así que nos conectamos y desconectamos donde sea y cuando sea. Adicción? No que va!!) Estar un rato conectadas y "lelear" sin ton ni son, bajando videos, música, chateando, revisando lo que los otros publican nos da un tiempo de "nada" simplemente porque no pensamos nada.
Caminar con el perro o sola, correr, ir al gym (sin estar más preocupada por bajar la llantita) o simplemente disfrutar una canción y destrozarla tratando de igualar al cantante; comer un helado; una rebanada de pastel lentamente dejando la cereza al final, sin preocuparse por las calorías; comer chocolates; ver una película lacrimógena o una comedia y reirse a carcajadas perduiendo toda compostura... son esos momentos en los que sentimos que el mundo se detiene, solo por nosotras y nos deja disfrutar plácidamente esa pausa en nuestro día.
Cada una tiene su método de relajación diario, semanal, quincenal, esos rituales sagrados que procuramos cada vez que sentimos que la vida nos rebasa; que pedimos esquina para respirar profundo. No son banalidades, no son locuras ni ocurrencias; son parte de nosotras, de nuestra "programación". Y qué delicia! Yo no veo a un hombre comiendo helado, bocado a bocado, saboreando la cuchara y chupándola con singular alegría. En tres parpadeos, el helado desaparece con ellos. O sentados disfrutando una taza de té; ni hablar de que vean una película romántica por gusto (nos acompañan si, pero ¿han visto la cara de martirio que ponen?) Cierto, ellos tienen "sus" modos de relajarse, válidos como los nuestros. Pero yo sigo disfrutando los míos... Gustan? Disfruto en este momento mi tacita de aromático y fuerte café...
A veces basta una simple taza de té, refresco, café; sentarnos en la sala, cocina, jardín o el rinconcito de la casa que más nos agrade. Cerrar los ojos, oler, sentir, respirar... solo eso para transportarnos en ese mundo, paisaje, momento de nuestra vida que nos brinde felicidad, paz.
Otras veces con hojear una revista (ese hecho crean o no, no nos quita puntos en el coeficiente intelectual, aunque hay hombres que así lo creen), y si es de esas llamadas elegantemente "del corazón" siendo en realidad de chismes de artistas; lo que nos relaja. Más de una critica a las que aparecen ahí "Pura cirugía en esta, botox en la otra, robamaridos, mal actriz, ¿a poco canta?, demasiado maquillada, demasiado fachosa, ¿pero qué necesidad de andar tan entallada y escotada?" Si, esas críticas aunque nos vean estresadas y volteando la cara nos dan una tranquilidad....
Y que decir de salir con las amigas, un café, un desayuno, no importa el lugar, lo que interesa es el con quién. Tenemos siempre la amiga idónea para el estado de ánimo que nos ayude a regresar a casa como cascabeles. Haciendo que dejemos de lado por un momento nuestras preocupaciones.
No se olviden de las compras, o simplemente ir a un centro comercial, probarse un par de zapatos, revisar vestidos, blusas, pantalones, bolsas; imaginarnos vistiéndolos y seleccionando la ocasión perfecta para ello. No necesitamos comprarlos, sólo sentirlos en nosotras. ¿Por qué? Por la misma razón que un hombre se detiene a ver una auto deportivo a detalle, se sube en el, se imagina que va al volante, que cambia de velocidad, que rebasa, que va e una carretera, que toma una curva (algunos hasta el sonidito de motor hacen con frenadas, aceleradas y cambios de velocidad) Y si su motivo es válido, el de nosotras también: no tiene nada de malo.
Leer, bueno, para mi la lectura es realmente lo que hace desconectarme de todo. Tomo un libro y hasta que lo termino lo suelto, aún me imagino siendo alguno de los personajes; recreo en mi mente los paisajes; adelanto situaciones; desenredo tramas: me meto de lleno en lo que está escrito y me maravillo del estilo, de lo intrincado de las frases, de la capacidad del autor de tenerme al borde del sillón hasta el final y con ganas de que no termine el libro o de que encuentre segunda, tercera parte...
Meterse un rato en el ciberespacio: face, messenger; cualquier modalidad de comunicación con el otro por medio de una computadora y del ya indispensable internet (algunas, como yo, traemos todo eso en el celular, así que nos conectamos y desconectamos donde sea y cuando sea. Adicción? No que va!!) Estar un rato conectadas y "lelear" sin ton ni son, bajando videos, música, chateando, revisando lo que los otros publican nos da un tiempo de "nada" simplemente porque no pensamos nada.
Caminar con el perro o sola, correr, ir al gym (sin estar más preocupada por bajar la llantita) o simplemente disfrutar una canción y destrozarla tratando de igualar al cantante; comer un helado; una rebanada de pastel lentamente dejando la cereza al final, sin preocuparse por las calorías; comer chocolates; ver una película lacrimógena o una comedia y reirse a carcajadas perduiendo toda compostura... son esos momentos en los que sentimos que el mundo se detiene, solo por nosotras y nos deja disfrutar plácidamente esa pausa en nuestro día.
Cada una tiene su método de relajación diario, semanal, quincenal, esos rituales sagrados que procuramos cada vez que sentimos que la vida nos rebasa; que pedimos esquina para respirar profundo. No son banalidades, no son locuras ni ocurrencias; son parte de nosotras, de nuestra "programación". Y qué delicia! Yo no veo a un hombre comiendo helado, bocado a bocado, saboreando la cuchara y chupándola con singular alegría. En tres parpadeos, el helado desaparece con ellos. O sentados disfrutando una taza de té; ni hablar de que vean una película romántica por gusto (nos acompañan si, pero ¿han visto la cara de martirio que ponen?) Cierto, ellos tienen "sus" modos de relajarse, válidos como los nuestros. Pero yo sigo disfrutando los míos... Gustan? Disfruto en este momento mi tacita de aromático y fuerte café...
lunes, 26 de marzo de 2012
La condición mujer siento que es confusa incluso para nosotras. Ser mujer es más que portar, cuidar y lucir la figura femenina. Va más allá de entaconarse y recorrer nuestro día subida en ellos; maquillarse, algunas de más, algunas de menos y otras con la naturalidad que da la cara lavada; cargar una bolsa con cuatro kilos de contenido, gracias al monedero, cosmetiquera, crema, perfume, cepillo, pastillas, chiclets, costurero, pluma, agenda, celular, llaves,kleenex o toallitas húmedas y todavía cargarla trepadas en nuestros hermosos zapatos de tacón para agregarle emoción al día; evitar mostrar las canas, las arrugas; cuidarse el cabello; las uñas...
No sólo se encierra en las múltiples actividades que realizamos del diario, no sólo somos madres, esposas, hijas, hermanas, amigas, trabajadoras, amas de casa y todas las acciones que realizamos en torno a esos roles: sicólogas, cocineras, taxistas, gps (mami dónde está mi celular, mi mochila, donde dejé la tarea...) consejeras, referis, entrenadoras, coreógrafas, decoradoras, lavadoras, niñeras, enfermeras, veterinarias, jardineras....
Ser mujer va mucho más allá que todo lo anterior y lo que se vaya acumulando con el paso de los días, de los hijos, del trabajo, estudio... Nos hemos enfocado y mucho es porque así nos han educado, a los demás y hemos basado nuestra condición en función del otro.
Nos hemos olvidado de nuestra esencia, hemos dejado en el camino nuestro valor. Todo lo que hacemos en el día, no es porque seamos una máquina multiusos o seamos superdotadas; es porque en principio, somos dadoras de vida, biológica y espiritual. Nuestro cuerpo es un milagro que hasta el día de hoy la ciencia no puede igualar, ni entender. Nuestra alma tiene la capacidad de darno esa paz y ese arraigo, así como de brindar a los demás seguridad.
De ahí parte nuestra esencia, nuestra fortaleza, nuestra sensibilidad. Somos capaces de ayudar, de entender, de emocionarnos, de llorar, de luchar. Tenemos una perfecta combinación de inteligencia e intuición que nos ayudan a desempeñar nuestro trabajo, nuestra profesión, nuestra vocación.
Se nos olvida lo exquisitas que somos, lo maravillosas, y tratamos de conquistar espacios en el mundo con la bandera de un feminismo mal entendido. No somos hombres, no tenemos ni su anatomía, ni su estructura mental. Feminismo es eso SER MUJER,conciendo nuestras capacidades, valores, conocimiento, sabiduría, fortalezas para ponerlo en práctica en la vida; pero al mismo tiempo saber nuestros errores y debilidades y estar dispuestas a corregirlos, superarlos o en caso dado, a no dejarnos arrastar por ellos.
Cuándo empezamos a ser insensibles a nosotras mismas? En que punto del camino nos perdimos, buscando afanosamente glorias ganadas a costa de olvidar nuestra naturaleza?
No sólo se encierra en las múltiples actividades que realizamos del diario, no sólo somos madres, esposas, hijas, hermanas, amigas, trabajadoras, amas de casa y todas las acciones que realizamos en torno a esos roles: sicólogas, cocineras, taxistas, gps (mami dónde está mi celular, mi mochila, donde dejé la tarea...) consejeras, referis, entrenadoras, coreógrafas, decoradoras, lavadoras, niñeras, enfermeras, veterinarias, jardineras....
Ser mujer va mucho más allá que todo lo anterior y lo que se vaya acumulando con el paso de los días, de los hijos, del trabajo, estudio... Nos hemos enfocado y mucho es porque así nos han educado, a los demás y hemos basado nuestra condición en función del otro.
Nos hemos olvidado de nuestra esencia, hemos dejado en el camino nuestro valor. Todo lo que hacemos en el día, no es porque seamos una máquina multiusos o seamos superdotadas; es porque en principio, somos dadoras de vida, biológica y espiritual. Nuestro cuerpo es un milagro que hasta el día de hoy la ciencia no puede igualar, ni entender. Nuestra alma tiene la capacidad de darno esa paz y ese arraigo, así como de brindar a los demás seguridad.
De ahí parte nuestra esencia, nuestra fortaleza, nuestra sensibilidad. Somos capaces de ayudar, de entender, de emocionarnos, de llorar, de luchar. Tenemos una perfecta combinación de inteligencia e intuición que nos ayudan a desempeñar nuestro trabajo, nuestra profesión, nuestra vocación.
Se nos olvida lo exquisitas que somos, lo maravillosas, y tratamos de conquistar espacios en el mundo con la bandera de un feminismo mal entendido. No somos hombres, no tenemos ni su anatomía, ni su estructura mental. Feminismo es eso SER MUJER,conciendo nuestras capacidades, valores, conocimiento, sabiduría, fortalezas para ponerlo en práctica en la vida; pero al mismo tiempo saber nuestros errores y debilidades y estar dispuestas a corregirlos, superarlos o en caso dado, a no dejarnos arrastar por ellos.
Cuándo empezamos a ser insensibles a nosotras mismas? En que punto del camino nos perdimos, buscando afanosamente glorias ganadas a costa de olvidar nuestra naturaleza?
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